Oda al fruto del amor (por venir) de mis amigos Shira Geffen y Etgar Keret


Afortunados serán los hijos cuya sangre se ha fraguado en el desafió (Etgar) y en la poesía (Shira).

Sus pequeños oídos escucharan maravillosos cuentos únicos que aquellos que le han dado la vida podrán imaginar, dibujar y contar.

Con dulzura especial paternal los narrarán, con maternal histrionismo los personificaran.

Conocerán antes que cualquier otro niño cuentos fantásticos, con moraleja, fábulas, y profundas reflexiones sobre el bien y el mal.

De sus padres aprenderán el amor por el otro, el compartir, el ser solidarios, la creatividad. Aprenderán también a comer verduras y a disfrutar de una tarde de sol y todo aquello que los hará personas de bien.

De sus abuelos escucharán historias lejanas y sentidas de un pueblo que sufrió el dolor pero que pese a la adversidad antepuso el esfuerzo por continuar con la vida de la manera más digna posible, con un nombre y con un apellido que nada ni nadie podrá borrar.

Ellos con tierna mirada y caricia profunda los habrán de mimar y admirar.

De ellos aprenderán el concepto de amor, memoria y desafío.

Otros abuelos les cantarán muchas canciones para las cuales unieron muchas letras que encontraron en una sopa, les leerán poesías llenas de vida, les recitarán monólogos con alta crítica política e inteligencia y con mucho compromiso hacia la sociedad.

De ellos aprenderán el valor de la palabra, de decir, de escuchar, de entregar y de entregarse.

De sus tíos aprenderán la diversidad y mucho más.

Primos como estrellas en el cielo por una parte tendrán, como dice la torá de ella la fe aprenderán.

Por otro lado conocerán el verde de la esperanza en la lucha por un ideal y la justicia social.

El Che Guevara, oriundo de mis latitudes dijo: Podrán cortar todas las flores pero no podrán terminar con la primavera.

Del otro tío aprenderán a cantar, a encender la luz de la luna para que brille la paz y nunca cese esa canción a la esperanza en pos de un futuro mejor como el que antes que nazcan ya se merecen.

Por ultimo de todos ellos aprenderán lo que he escrito y mucho más, el amor sincero de la familia y por supuesto el valor de la amistad.

Con afecto.

Enrique M. Grinberg
24 de Enero de 2005