Meditación en la ciudad

Avinu Malkeinu, perdónanos por cerrar los ojos, oídos y boca frente a muchas injusticias de este, Tú y nuestro mundo.

Avinu Malkeinu, perdónanos por habernos acostumbrado
a no actuar frente al dolor y sufrimiento de los más débiles y necesitados.

Avinu Malkeinu, perdónanos por no escandalizarnos al ver chicos en los Semáforos haciendo malabares para ganar unas monedas en lugar de verlos felices caminando al colegio procurando un futuro mejor.

Avinu Malkeinu, perdónanos por no hacer nada por los ancianos y mutilados de las esquinas que se acercan a los autos para recibir una mísera limosna.

Avinu Malkeinu, perdónanos por no rebelarnos al ver gente durmiendo en las calles al abrigo de diarios y cartones

Avinu Malkeinu, perdónanos por ser insensibles al ver madres e hijos en la entrada del supermercado suplicando por que les compremos algo.

Avinu Malkeinu, perdónanos por prejuzgar, pensando que cuando un pobre se acerca nos quiere robar.

Avinu Malkeinu, perdónanos por participar de corrupciones cotidianas, haciéndolas parte de nuestra vida habitual.

Avinu Malkeinu, perdónanos por no respetar las leyes de tránsito. Porque al ser irrespetuosos podemos potencialmente matar.

Avinu Malkeinu, perdónanos por habernos acostumbrado a que lo anormal sea normal. Perdónanos por obrar de manera anormal.

Avinu Malkeinu, a pesar de no ser merecedores, Sé benévolo con nosotros, trátanos con caridad y bondad. Respóndenos y sálvanos.

Por Enrique M. Grinberg. 2008

Meditación en la villa


SEÑOR, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que parecen tener ocho años tengan trece;

SEÑOR, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear por el barro; yo me puedo ir, ellos no;

SEÑOR, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de las aguas servidas, de las que me puedo ir y ellos no;

SEÑOR, perdóname por encender la luz y olvidándome de que ellos no pueden hacerlo;

SEÑOR, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no: porque nadie hace huelga con su hambre;

SEÑOR, perdóname por decirles "no solo de pan vive el hombre" y no luchar con todo para que rescaten su pan;

SEÑOR, quiero quererlos por ellos y no por mi. Ayúdame.

SEÑOR, sueño con morir por ellos: ayúdame a vivir para ellos.

SEÑOR, quiero estar con ellos a la hora de la luz. Ayúdame.

Por Carlos Mujica, 1972