Shma Koleinu-Escucha nuestra voz


Oye nuestras invocaciones, Adonai, extiende sobre nosotros Tu clemencia y compasión, y acepta con Tu benevolencia nuestra oración. Haznos volver a Ti, oh Dios y retornaremos; renueva nuestros días como antaño. Escucha nuestras invocaciones, oh Adonai.

Oye nuestros gemidos. Acepta nuestras palabras y la meditación de nuestro corazón, Adonai nuestro protector y nuestro Redentor.

No nos alejes de tu presencia, no nos prives del espíritu de tu Santidad. No nos desampares a la hora de la vejez, cuando nuestras fuerzas empiecen a desfallecer; no nos abandones.

No nos abandones, Adonai Dios nuestro, no te alejes de nosotros. Manifiéstanos Tu bondad y que lo vean nuestros adversarios y se confundan, pues Tú Adonai, nos ayudas y reconfortas.

Pues sólo en Ti depositamos nuestra esperanza, respóndenos oh Adonai Dios nuestro.



Del Majzor del Seminario Rabínico Latinoamericano, Adaptación y versión castellana Marcos Edery

Shma Koleinu ve ten lanu lishmoa kol ajer – Escucha nuestra voz y permítenos escuchar la de los demás.


Oye nuestras invocaciones y permítenos escuchar las súplica de los demás, que nuestra voz no sea única ni hegemónica, que ella no se eleve por sobre las demás.

Adonai, extiende sobre nosotros tu igualdad frente a la hora del juicio con clemencia y compasión. Acepta con bondad nuestra oración pero también toma en cuenta nuestros reclamos.

Haznos volver a Ti, oh Dios y retornaremos, permítenos volver a la esencia divina de la creación, a sentir nuevamente la fuerza de ese poder omnipotente y omnipresente de la naturaleza, a poder encontrar lo divino en nuestros semejantes que no podemos ver porque lo hemos velado con nuestro egoísmo y egocentrismo en este mundo material.

Oye nuestros gemidos. Acepta nuestras palabras y la meditación de nuestro corazón, Adonai nuestro protector y nuestro Redentor.

No nos alejes de tu presencia, ni permitas que nos alejemos de aquellos que nos necesitan, no nos prives del espíritu de tu Santidad y que ésta se manifieste por medio de la Tzedaka, en el más amplio sentido de la justicia social. No nos desampares a la hora de la vejez, cuando nuestras fuerzas empiecen a desfallecer; no nos abandones. Fortalece nuestros días de niñez, juventud y adultez para que podamos transformar en obras y acciones nuestro pensar y sentir.

No nos abandones, Adonai Dios nuestro, no te alejes de nosotros. Acércanos con amor a aquellos de quienes estamos alejados, no nos abandones a nosotros ni a ellos. Manifiéstanos Tu bondad y que lo vean nuestros adversarios y se confundan, pues Tú Adonai, nos ayudas y reconfortas. Que en esta confusión el adversario deje de ver en el otro un enemigo o competencia y pueda ver lo más sublime de espíritu humano, eso que es esencia, eso que es amor.

Pues sólo en Ti depositamos nuestra esperanza, en nosotros queda la obra que fraguamos con nuestras propias manos y los caminos que elegimos recorrer, nuestras acciones y omisiones están inscriptas y serán rubricadas, respóndenos oh Adonai Dios nuestro cuando nuestras preguntas son infinitas.

Adaptación Enrique M. Grinberg