Pongamos al Movimiento en Movimiento

Me viene a la mente para comenzar este artículo una frase del Mayo Francés de 1968 que dice lo siguiente:
“un pensamiento que se estanca, es un pensamiento que se pudre”. Parafraseando la misma diría que: “un movimiento que se estanca, es un movimiento que se pudre”.

Creo que esta consigna podría aplicarse al Movimiento Sionista que hace décadas se halla estanco, atrapado en una grandiosa epopeya histórica que lo tiene por rehén. No ha encontrado nuevos rumbos ni desafíos, más allá de revisar alguna que otra vez su programa y otras más su estructura.

Está preso con viejos lemas y consignas que no son del todo relevantes para los tiempos y realidades actuales sean de los judíos o del contexto geopolítico mundial.

El movimiento sionista ha envejecido: es un movimiento que representa la modernidad pero que habita en la posmodernidad. Su liderazgo es moderno; por ende, desconoce las claves y códigos actuales; además, no sabe cómo operar en esta era de la cultura llamada posmodernidad.

Los jóvenes no han sido el recambio y la sucesión natural. Estos son posmodernos y no se sienten representados por esta institución que representa la modernidad. A estos jóvenes no les llama ser parte de estas anacrónicas y vetustas estructuras de la organización.

Recordemos que el Movimiento Sionista fue creado y alimentado por jóvenes tenaces y vanguardistas que creían en sueños, utopías y realidades. Les quiero recordar que en el Primer Congreso Sionista Teodoro Herzl tenía 37 años. Años antes, siendo aún más joven, él había comenzado con la empresa sionista. Sería interesante hacer el siguiente ejercicio y ver en el Ejecutivo de la Organización Sionista Mundial o entre los delegados al Congreso Sionista Mundial cuántos se acercan a esa edad o cuál es el promedio de años de sus miembros. Dejo este ejercicio planteado por si algún curioso quiere investigar las generaciones involucradas al día de hoy en la conducción de los destinos del movimiento sionista. Intuyo la respuesta…

Pienso que no es potestad exclusiva de la juventud el saber actual, no aspiro en este caso ni en otro a una “juventudcracia”. La experiencia también vale, pero no puedo dejar de señalar la no inclusión de los jóvenes en instancias decisorias y programáticas del movimiento. Esta situación le hace muy mal al sionismo sobre
todo en la Diáspora. La Tnuá Tzionit no puede ni tiene que ver a los jóvenes como futuro, sino como presente.

El aparato sionista no ha sabido recrearse, renovarse o renacer. Parte de esta falencia en la reconversión o reconstrucción ideológica está dada por la ausencia de políticos, intelectuales y académicos en el marco de la organización tanto en Israel como en la Diáspora. Históricamente, para nuestro movimiento fueron estos
los motores que alimentaron y movilizaron el análisis, el debate, la reflexión, la ideología, las estrategias, su puesta en marcha y la realización.

En su historia el movimiento sionista se caracterizó por la inclusión de destacados pensadores que no sólo aportaron e hicieron crecer al movimiento sionista sino también que contribuyeron al desarrollo de la humanidad desde campos ideológicos, filosóficos y científicos.

El movimiento se transformó en una burocracia, en una organización: dejó de ser movimiento. Parte de la elite sionista que concretizó el milenario sueño tuvo que asumir responsabilidades en el naciente Estado, luego de la creación de 1948.

La administración de la organización que se fue desarrollando fue en muchos casos incoherente con su ideología. Cambió programas y proyectos por estatutos.

Dejó de lado en muchos casos su propia ideología y sus sueños en pro de verse como una institución, es decir que abandonó su etapa instituyente. Alejó en demasía el decir y el hacer por diversos motivos entre ellos económicos. Cambió sus intelectuales y académicos por “seudo-políticos” sin políticas. La
Organización Sionista Mundial y la Agencia Judía en muchos casos se transformaron en trampolines hacia la política nacional israelí, como la Kneset.

Eso no tendría nada de malo, si tan solo durante su gestión hicieran aportes significativos al movimiento.
Muchos de los funcionarios de la Organización Sionista Mundial se han vuelto grises, han perdido el espíritu.

Han abandonado la pasión, la militancia y el activismo, transformándose en meros empleados de oficina donde el hacer pasa a ser la movilización de papeles o la administración de fondos sin un trasfondo
ideológico o educativo.

Creo que el movimiento tiene que desarrollar líderes profesionales idóneos con fe, sueños y esperanzas que sean proactivos en pos de la causa sionista. Estos lideres profesionales a mi humilde entender tendrían
que ser quienes acompañen este proceso de transformación del movimiento junto a los políticos elegidos en los ámbitos democráticos de la Organización Sionista Mundial. Son ellos quienes deben retomar la mística inspiradora sionista, las ideas vanguardistas y revolucionarias del movimiento y adaptarlas con el saber
actual a las diversas realidades en la cual se encuentra en pueblo judío presente en Israel y en la Diáspora.

Lamentablemente por una dinámica interna de la organización y el cambio permanente en las estructuras políticas, el recambio de profesionales hace que no se pueda generar ningún proceso de más de cinco
años. Estos líderes profesionales tendrían que ser los garantes de los procesos de mediano y largo plazo.

La pérdida de las bases de militancia es otro problema para nuestro movimiento.

Por diversos motivos, algunos expresados anteriormente, las bases se alejaron del sionismo. No creo que descrean del mismo, pero sin lugar a dudas no creen en sus oxidadas estructuras, que no les otorgan un espacio trascendente y participativo, a la vez que tampoco a estas bases les interesa ocupar espacios
devaluados.

Hasta aquí, una breve una descripción y análisis de algunas de las realidades y falencias del movimiento.

Vamos ahora a enumerar algunas virtudes de la organización para luego pasar a los desafíos futuros.

Hay que dar crédito, reconocer y sentir orgullo del éxito de este movimiento.

Realizó en gran parte sus objetivos, cumplió sus metas y mandato principal que era la creación de un Estado Judío. Para muchos movimientos revolucionarios, como lo fue el sionismo, la concretización de un sueño y la lucha es un decreto de fin del mismo. Muchos creen que el sionismo cesó en su función el 5 de Iar de
5708, o 14 de mayo de 1948.

Creo que este centenario movimiento tiene aun desafíos a los que responder, tanto en las comunidades judías como en la sociedad Israelí.

En relación al Estado de de Israel hay que entender que el Movimiento Sionista no tiene por qué asentir ciegamente a las políticas de Estado. Por el contrario, creo que en muchos casos tendría que ser un contrapunto. Esto le daría mayor legitimidad, en Israel y en la Diáspora. El Sionismo tendría que ser el garante y contralor de la materialización de los valores plasmados en el acta fundacional del Estado (Meguilat Haatzmaut).

El Movimiento Sionista es el único que alberga en su seno la diversidad misma del ser judío: laicos, reformistas, conservadores y ortodoxos; al arco político de izquierda a derecha; a representantes de la Diáspora y de Israel; que en las distintas instancias del Movimiento se reúnen para el debate y la acción.

De cierta manera, el Congreso Sionista podría verse como la Gran Knesset (el Gran Parlamento) del pueblo judío, que integra a la mayoría de las facciones vivas del pueblo.

Desde el movimiento sionista podrían surgir ideas trascendentes para los judíos del mundo y los que habitan el Estado de Israel. Se podría trabajar en la presentación de proyectos de ley que otorguen una nueva dinámica tanto a la sociedad israelí como a las comunidades judías del mundo.

Por ejemplo podría elevar alguna propuesta sobre el tan conflictivo tema de quien es judío para el Estado, el matrimonio civil y tantos otros temas de tensión social al día de hoy en el país.

También podría bregar por presentar en la Knesset un proyecto de representación dentro de la misma para la Comunidades judías del mundo. Desde el Estado de Israel permanentemente se hace mención a que Israel es el Estado Judío, el estado de todos los judíos. Se interpela por medio de esta definición a los que
viven en la Diáspora. Imagínense como se recrearía el vínculo entre los judíos del mundo e Israel si en el parlamento hubiera algunos diputados que representen en el Estado de Israel la voz y los intereses de la Diáspora judía.

El Movimiento Sionista perfectamente podría plantear temas vinculados al proceso de paz, territorios, la liberación de Guilad Shalit, como ejemplos ilustrativos, entre tantos otros. Esta dinámica imprimiría nuevas fuerzas a la Tnuá Tzionit y reviviría el pasivo vínculo Israel-Diáspora de la actualidad.

Para concluir este artículo y dejar algunos puntos planteados para la reflexión sobre los desafíos futuros del Movimiento Sionista, les dejo fragmentod de un documento de investigación de junio de 2010 del Majon Reut (Instituto Reut). Allí hablan sobre el Nuevo Contrato entre Israel y el Mundo Judío.

La presentación ubica al Sionismo como actor principal de ese vinculo, intentando aportar al cambio radical del Movimiento Sionista.

Comienza analizando el viejo paradigma sionista que se sostuvo por generaciones y que al día de hoy no es relevante. Lo define como un paradigma para el mundo plano, hoy en crisis.

Es aquel que según las palabras responde a lo que conocemos como Sionismo Clásico, que plantea la negación de la Diáspora, de la Alía vs. Ieridá, de la construcción del Estado, que apela al concepto de “tío rico–el sobrino pobre” (Diáspora interviniendo en Israel sólo a través de donaciones), “plata a cambio de sangre” (en la Diáspora pagamos, en Israel pelean las guerras), que utiliza un sistema de relaciones administrada por una elite cerrada y contrapone la identidad Israelí con la identidad judía.

En la siguiente tabla el Majon Reut presenta de manera clara y esquemática el problema de la crisis del sionismo clásico en virtud de la realidad cambiante y los cambios conceptuales que habría que realizar en esta relación o “contrato”.
Viejo Contrato (en crisis) - Realidad Cambiante
Construcción del estado - Construcción comunitaria
“Plata a cambio de sangre” - Colaboración y reciprocidad
“Tio rico–sobrino pobre” - Israel progresa
Elite cerrada - Relaciones directas
Aliá/Ieridá - Ciclo de vida del movimiento
Negación de la diáspora - Diáspora efervecente es neceseria
Sionismo clásico: Nacionalismo - Nuevo sionismo: mezcla nacionalismo y peoplehood

Luego de planteada la problemática la presentación de Reut continúa mencionando seis pilares que deben sostener el “nuevo contrato”. Los dejo aquí planteados y hago un breve comentario sobre ellos a fin de que cada uno de los lectores pueda conocerlos y pensar como los mismos se pueden integrar a una vida activa del Movimiento Sionista que ayude a poner al movimiento en movimiento.

1. Estructura del pueblo: Red Mundial de comunidades. Más allá de la centralidad cultural y espiritual de Israel, las comunidades judías del mundo e Israel debería tener ámbitos serios y profundos de intercambio. El compartir problemáticas, estrategias y visiones sobre el mundo judeosionista actual enriquecería la vida de estas comunidades. Esto acrecentaría la conciencia de unidad del pueblo judío (amiut) o peoplehood.
Más allá de la multiplicidad de historias, contextos y realidades el pueblo judío siempre se desarrolló en la tensión que propone la diversidad, sin perder de vista su unidad.

2. Estado del Pueblo: Israel segura y próspera propone una vivencia judía única. Sin lugar a dudas la vida. No hay ni un segundo que en Israel no se produzca algo judío, desde el idioma, el arte, la política, la
ciencia: producción judía constante. El Estado de Israel propone una vivencia única donde en un único punto del planeta se concentran pasado, presente y futuro. La seguridad y la prosperidad del Estado ayudarán a
incrementar el esplendor de nuestro pueblo y de nuestros hermanos en Israel.

3. Lengua del pueblo: Hebreo. Un idioma es mucho más que un instrumento para la comunicación. Un idioma es un mundo, un mundo simbólico de significados y significantes. En virtud de esto es imprescindible que las nuevas generaciones puedan establecer contacto entre ellas en esta antigua lengua renovada tanto para poder abrevar de sus fuentes, como para poder “consumir” las nuevas producciones.

4. Tradición del pueblo: Promoción y desarrollo de la tradición del pueblo. Para este punto quiero utilizar un texto que se recita durante el retorno de la Torá al Arca que es el Etz Jaim Hi, (Es árbol de vida). Este
texto dice Jadesh Iameinu Kekedem, “renueva nuestros días como antaño”. La idea es poder promover y desarrollar judaísmos relevantes para los judíos con elementos tradicionales pero encontrando sentidos actuales. Si logramos esto seguramente aportaremos elementos fundamentales para poder re subjetivizar el judaísmo y mantenerlo vivo en nuestor pueblo y en cada uno de sus integrantes.

5. Misión del pueblo: Tikun Olam. Nuestro pueblo tiene una misión en el mundo, la búsqueda de la “reparación del mundo”. Nuestro andar en esta búsqueda de paz y justicia social debe ser el gran desafío del pueblo judío aportando luz donde hay oscuridad, palabras donde hay silencio, amor donde hay odio. Para nuestro pueblo, el hombre está creado a imagen y semejanza de Di-s. Vemos en el otro una creación divina y debemos obrar en este mundo a forma de santificar la vida por sobre todo.

6. Lucha del pueblo: Lucha contra el antisemitismo y deslegitimación del Estado de Israel. Aquellos que han sufrido dolor y catástrofe saben lo que esto significa. La lucha contra el antisemitismo y todo tipo de discriminación es la lucha por el Tikun Olam. Sobre la deslegitimación del Estado de Israel creo que hay que separar las criticas a las política del lo que significa el Estado. La creación del Estado de Israel fue un hecho legítimo. Un pueblo que durante siglos deambulo por el mundo como nómade que nunca olvido ni perdió las esperanzas del retorno a su hogar. Es por ello que nuestro compromiso debe asumirse en este punto ya que el Estado de Israel es la realización colectiva mas importante del pueblo judío en su conjunto del siglo pasado. Es la redención moderna de nuestro pueblo, una nueva salida de Egipto.

Me despido con la siguiente frase: “Estos son los tiempos de cambio para el Movimiento Sionista, si no es ahora seguramente no será en 50 años”.

Enrique M. Grinberg