El kibutz: pasado, presente y futuro

Marky Levy, candidato a dirigir el Movimiento Kibutziano

Marky Levi nació en Egipto en el año 1948 y de allí emigró a Porto Alegre, Brasil, junto a su familia. Como miembro de Hashomer Hatzair, fue a vivir a Israel y se estableció en Kibutz Zikim en donde vive en la actualidad. Estudió Ciencias Políticas e Historia en la Universidad Hebrea en Jerusalén, y obtuvo la Maestría en Sociología del Islam, en la Ecole des Hautes Etudes de la Sorbonne, París. Fue sheliaj (enviado) del Movimiento Hashomer Hatzair en Francia y Bélgica, y en los años ´90 se desempeño como Representante de la Agencia Judía para Israel en Argentina y en los 2000 en Francia. Entre sus últimos cargos se desempeñó como Director Ejecutivo del Movimiento Kibutziano y en la actualidad es candidato a Secretario General de dicho movimiento.
Dialogó con Nueva Sión sobre el presente del movimiento kibutziano, del crecimiento de los últimos años y de las perspectivas del nuevo gobierno de Netanyahu, al que considera “el más de derecha en toda la historia del Estado”.
Por Enrique Grinberg y Kevin Ary Levin

NS: En términos proporcionales, los miembros del kibutzim siempre fueron una pequeña parte de la población israelí. Sin embargo, ocuparon históricamente un gran lugar en el imaginario social israelí y de la diáspora. ¿Qué lugar ocupan hoy en ese imaginario social?

ML: Creo que en la diáspora el kibutz aún tiene más peso ideológico y moral. La gente ve todavía al kibutz como una de las contribuciones importantes del sionismo, principalmente del sionismo socialista, a la sociedad israelí y de cierta manera también al mundo. El kibutz es visto fuera de Israel como una forma de vida cooperativa que perdura, que crece y que enfrentó crisis pero logró salir de ellas. Cuando te encontrás con gente en el exterior, y me refiero no sólo a judíos, aun para ellos el kibutz ocupa el lugar de algo diferente que el sionismo creó. En Israel es diferente, en primer lugar porque el kibutz cambió, y para mucha gente ese cambio es visto como el abandono de los valores constituyentes. Por otro lado, la sociedad israelí cambió: se tornó una sociedad muy sectorial donde hay varios sectores que luchan por sus intereses. Desde esa perspectiva, el kibutz es visto como un sector más. A pesar de esto, cuando hablan del kibutz exigen muchas veces un comportamiento de mayor valor, de contribución, etc. Cosas que son aceptables de la sociedad en general ya tienen otro enfoque al hablar de los kibutzim.

NS: Hace no mucho tiempo, se observaba una tendencia entre la juventud de irse de los kibutzim. ¿Hoy continúa este problema o es posible hablar de un regreso de los jóvenes al kibutz?

ML: Vamos a hablar de los hechos. Desde los años ´90 del siglo pasado hasta el año 2007 o 2008, abandonaron el kibutz más de 50.000 personas, la mayoría jóvenes. A partir de ese momento, hay un cambio ascendente en la curva, indicando crecimiento poblacional en los kibutzim. Hay un regreso constituido principalmente por jóvenes. Es el resultado de una serie de situaciones, principalmente a causa de que los kibutzim comienzan a salir de la crisis económica de los años ´90 y principio de los 2000. Diría que hoy en día el 90% de los kibutzim están en una buena situación, o a veces incluso muy buena. Se puede decir que el kibutz superó la crisis económica que casi lo llevó a la bancarrota. Otro factor que contribuyó a modificar la tendencia fueron los cambios que atravesaron los kibutzim a partir del año 2000: las privatizaciones, principalmente la del sueldo, mediante la cual los sueldos van a cada javer (miembro del kibutz). Ese cambio hizo que muchos jóvenes que no estaban dispuestos a volver al “kibutz clásico” sí vuelvan al “kibutz renovado”. Asimismo, la sociedad israelí afuera es un poco violenta hoy en día y el kibutz posibilita una calidad de vida más alta. Esto hace que haya un retorno importante, que crece constantemente.
Hoy en día, el gran problema que tenemos es nuestra disputa con el Estado sobre las tierras. Como consecuencia, tenemos listas de personas que quieren volver a los kibutzim pero no se puede construir las casas donde deberían residir.
Si se me pregunta si algo de esto tiene que ver con ideología, creo hay una componente ideológico, a pesar de todo. Pero no es la misma ideología que construyó el kibutz. La gente quiere vivir en comunidad: ¿podemos llamar a esto ideología? Las personas tienen necesidad de vivir en comunidad, de hacer cosas juntas, inclusive de sostener algún tipo de sociedad de bienestar social.

NS: En relación a la demanda de recibir más tierras, ¿qué sentís como miembro de kibutz y ex Director Ejecutivo del Movimiento Kibutziano sobre la inversión del Estado en los asentamientos judíos ubicados en los territorios ocupados en comparación con la inversión que hace el Estado en los kibutzim?

ML: El problema de tierras, resumidamente, se vincula con la gran transformación que atravesaron los kibutzim; de los 250 kibutzim de nuestra federación, 200 ya son lo que nosotros llamamos kibutzim mitjadshim, renovados. En esos kibutzim ya no es el kibutz el que construye la casa, sino que es la persona que va a vivir en el kibutz la responsable. Los kibutzim del centro del país, los ubicados entre Haifa y Kiriat Gat, representan más del 50% del total. El precio de la tierra ahí es muy alto, tornando casi imposible que un ben kibutz (joven criado en el kibutz) pueda construir su casa cuando tiene que pagar también por la tierra. Hay un conflicto muy grande en torno a esto, siendo entonces uno de los temas sobre los cuales deberé tratar con el Estado si soy electo Secretario General. Para nosotros, esto no tiene sentido: la tierra tiene que incluirse en este cálculo.
Lo que pasa en los asentamientos es otro problema, de carácter político. No tiene que ver con las construcciones de casas en los kibutzim, porque quien tiene que construir la casa en el kibutz es el miembro que pasa a vivir en el kibutz. Nosotros no esperamos recibir plata del Estado para la construcción de las vivienda; quizás un apoyo en la infraestructura, pero no en la construcción de las mismas. Los asentamientos son el cáncer del Estado, pero esa es mi posición política y no vinculada directamente con los kibutzim. Pienso que si no nos damos cuenta de que la situación en Gaza y Cisjordania debe ser resuelta de manera urgente, la vida acá va a ser imposible. Mi kibutz queda a tres kilómetros de Gaza. Si no se soluciona el problema (que no es fácil de solucionar), dentro de un año habrá otra guerra y la vida en los kibutzim ubicados en los alrededores de Gaza será imposible. Por lo tanto, hay una relación, pero no directamente vinculada a la construcción en los kibutzim, sino más bien vinculada a la visión política del futuro de Israel.

NS: ¿Hay un cambio en la cultura política en los kibutzim en el contexto de la derechización de la sociedad israelí?

ML: Si, así es. Si hace 15 años la gran mayoría en los kibutzim votaban a la izquierda, hoy hay una tendencia a un voto más de centro o de centro-izquierda. Hay un cambio en el electorado del kibutz, sin duda. Esto tiene que ver con todo lo que está pasando en Israel. Recuerdo que alguien me dijo: “Me identifico mucho con el programa social de Meretz, pero tengo un problema con Meretz. Meretz quiere a los árabes”. Ese tipo de pensamiento hace que la gente busque otro tipo de elección política. El desarrollo político de Israel mueve todo hacia el centro y hacia la derecha, como vimos en las últimas elecciones.

NS: ¿Hay preocupación sobre los efectos del conflicto en los kibutzim? Por ejemplo, frente a la posibilidad de que se difunda la idea de boicot económico contra Israel.

ML: No se discute sobre el impacto económico, pero sí hay preocupación general sobre Israel y la política internacional. En la plataforma del nuevo gobierno, por primera vez no hay una sola palabra en relación al conflicto. Se habla de muchos temas, principalmente, el rol de la religión y la cuestión de Poder Judicial, pero no hay un palabra sobre qué posición va a tomar este gobierno en relación al conflicto con los palestinos. Es increíble: es la primera vez que un gobierno se forma sin ningún tipo de posición en relación a este problema fundamental. Esto habla del tipo de coalición que se formó. Es, en mi opinión, el gobierno israelí más de derecha en toda la historia del Estado. Hay elementos que hablan claramente de anexar los territorios y de continuar la construcción en los asentamientos. El potencial impacto de esta situación en la política internacional es muy preocupante. Europa no soporta más la política Israelí y sabemos de la tensión que existe con el actual gobierno de los Estados Unidos.

NS: ¿Cómo ves la situación actual del movimiento kibutziano y su futuro?

ML: El movimiento kibutziano salió de su crisis. Si miramos lo que pasaba hace quince o veinte años, el 60% de los kibutzim estaba cerca de la bancarrota. Hoy en día, no más de diez o quince kibutzim aún tiene problemas económicos. Por lo tanto, la situación es positiva desde el punto de vista económico, ya habiendo pasado la crisis. Existen ocho organizaciones económicas regionales que pertenecen a los kibutzim distribuidas de norte a sur, todas ellas muy fuertes. Hay crecimiento de población gracias al regreso de sus miembros. El futuro de los kibutzim será diferente de su pasado inmediato. Una de las cosas que me interesan, y por eso me candidateo a esta función, es que considero que llegó el momento de repensar la identidad del kibutz, del kibutz que cambió. Diría que, mientras que el kibutz clásico era una comuna, el kibutz actual es más bien una cooperativa, y como cooperativa debemos crear su identidad. Eso es un trabajo en el cual hay que acompañar a los kibutzim a hacer los cambios necesarios.

NS: En ese proceso de cambio, ¿qué vínculos se mantendrán o replantearán con la diáspora judía?

ML: El vínculo hoy existe. Continuamos con el trabajo con el exterior manteniendo a los movimientos juveniles, como Hashomer Hatzair, Hejalutz Lamerjav, Habonim Dror y Hanoar Hatzioní. Estas organizaciones son financiadas no sólo por la Agencia Judía, sino también por el Movimiento Kibutziano. Como parte de nuestro presupuesto, invertimos en estos movimientos un millón de dólares. El Movimiento Kibutziano aun ve el trabajo educativo en la diáspora como parte de su militancia sionista. Además, somos miembros de la Organización Sionista Mundial e intentamos interactuar con los jóvenes que llegan a Israel. Contamos con unos 400 jóvenes por año que participan de un programa organizado por Tzofim (scouts israelíes) que llegan a Israel para vivir y hacer el ejército, principalmente hijos de israelíes viviendo en Estados Unidos. Ellos residen en kibutzim durante su tiempo en el programa. Los kibutzim también trabajamos con jóvenes no judíos: aproximadamente mil voluntarios llegan anualmente a Israel para participar en el programa de voluntariado en los kibutzim. Los kibutzim tienen mucho que aportar todavía desde su rol de lugar de diálogo, principalmente con judíos pero también con no judíos en todo el mundo. Trabajamos también con la población etíope. No nos olvidemos que los kibutzim representan hoy sólo el 1,3% de la población israelí. Sin embargo, en términos de su contribución a la sociedad, me parece que su impacto es mucho más grande.

Fuente: Nueva Sión www.periodiconuevasion.com.ar/articulo.php?id=6188