Nadav Lapid: El gobierno israelí es un gobierno que odia la poesía, odia a los poetas

Nadav Lapid es un cineasta nacido en Tel Aviv en el año 1975. Su film Policeman recibió los premios de mejor película y mejor director en la selección internacional del BAFICI 2012, y con The Kindergarten Teacher –que se exhibió en el circuito comercial en la Argentina- se consagró como mejor director en la selección oficial internacional del BAFICI 2015.
Ambas producciones son una metáfora comprometida, profunda y crítica sobre la sociedad israelí. En ellas, se atreve a correr el eje del conflicto árabe-israelí para presentarnos los modelos dominantes de las clases medias, medias altas y altas judías en Israel por medio de historias mínimas. Estos relatos llevados al cine, no sólo interpelan a los israelíes sino que logran tener eco en cada espectador que se atreve a ser incomodado por su propuesta filmográfica.
Por Enrique M. Grinberg

-¿Qué desafíos tiene el cine israelí a nivel local e internacional?
-En principio, pienso que los desafíos de los cineastas israelíes son similares a la de los cineastas franceses, argentinos o iraníes. El reto es poder realizar una película significativa, que narre algo distinto y nos ilustre acerca de su propio mundo. Es poder buscar e investigar acerca del estilo, la forma en que habla el cine e intentar mostrarnos una perspectiva relevante de ese momento y de estos tiempos. Simplemente eso, de este momento y de estos tiempos en el mundo, y también en Israel.
Pienso que muchas veces los directores israelíes, tal vez como otros de pequeños países, o como por ejemplo los de la Argentina, que no es un país pequeño, están expuestos a los vínculos con el centro, con Europa, Francia, los Estados Unidos, y estos crean expectativas en ellos de generar una fotografía de viaje, una postal de sus respectivos países. Como si su rol fuera traerles un souvenir, una maqueta de sus países. Pienso que como director vos querés hablar de otras cosas, sobre el amor, sobre la vida, sobre la muerte, sobre la tristeza, sobre cosas sencillas. Brindar otra imagen que no es lo que se escucha en los noticieros o transmite la CNN sobre tu país. Este es el desafío de los directores israelíes. Israel es un país con una realidad muy… no quiero decir la palabra compleja ya que se utiliza mucho, pero diría muy… afiebrada, si se me permite utilizar esta palabra, muy intensa. Otro desafío es no hacer algo que se enfoque en las noticias, en actualidad, un tipo de película que tenga una distancia, otra perspectiva, que encuentre sus elementos narrativos para transmitir la realidad, que dialogue y esté vinculada al lugar. Que converse ampliamente con la diversidad, que cuente del ambiente, que describa lo visual y nos acerque lo sentimental.

-¿Es difícil realizar una película en Israel que no aborde el conflicto árabe-israelí?
-Ambas películas, Policeman y The Kindergarten Teacher, que son mis largometrajes, pienso que tienen un transfondo político, incluyen otros temas, pero ambas son muy políticas. En ellas no está el conflicto, no aparece ningún árabe en ningún momento.
Desde mi punto de vista, pienso, sí existe la voluntad de indagar sobre el espíritu colectivo israelí. Intentar llegar a la profundidad de los israelíes, del pueblo que habita aquí. En mi concepción, el conflicto está, y lo digo con mucho dolor, en el ADN del israelí. De cierta manera está aquí aunque no se lo ve. Ya que en el mundo del israelí el árabe está presente aunque no se lo ve. El conflicto está presente, impacta y perfila un tipo de Estado desde sus cimientos, cómo se educa a sus niños, cómo se escribe poesía, o se ama, se hace y se trabaja en él. Creo que está muy presente desde el día de su creación. Hasta el día de hoy, el Estado, no tuvo un solo día que no sea en situación de guerra, está definido por la relación con su enemigo. Es como el blanco y el negro, si ves el blanco y no el negro sabés igualmente que el negro exististe.

-Vi dos películas tuyas, Policeman y The Kindergarten Teacher; pienso que hay un denominador común en ambas que es la marginalidad judía en Israel de las clases socioeconómicas medias y medias altas. ¿Qué pensás acerca de estas personas?
-¿A qué tipo de marginalidad te referís?

-Decime vos, vos hiciste la película. A mí me transmitió eso, un panorama acerca de la marginalidad de este tipo de personas que no tienen muchos desafíos en la vida. Es el caso del grupo de jóvenes que mostrás en Policeman y en The Kindergarten Teacher que no tiene otro proyecto de vida, ni siquiera con su marido.
-Es cierto, tenés razón, pienso que en general es algo interesante mostrar desde un ángulo gente que no tiene problemas de subsistencia, que no son pobres, que viven en un mundo en el que hay belleza, estética e intentan cada cual a su manera buscar completarlo. Por ejemplo, en Policeman hay un escena donde los policías se encuentran para comer un asado, como si fueran los mejores amigos del mundo, de hecho no tienen de qué hablar. Tu impresión es que les faltan palabras, que se acostumbraron a un idioma muy llano, un lenguaje demasiado pobre. Tienen un montón de sentimientos y emociones que ni las pueden expresar. Es como que estuvieran atrapados en su delgado mundo. En The Kindergarten Teacher, pienso que esa es la historia, hay alguien que siente que está todo bien, y nada está bien. Tiene todos los componentes básicos de la subsistencia resueltos pero, a pesar de esto, ella está dispuesta a “jugarse” por un chico de cinco años que escribió tres renglones. Le falta la dimensión poética en la vida, que en el momento que la encontró ella está dispuesta a ir hasta el cielo o el infierno.

-¿Viste la película argentina Relatos Salvajes?
-Sí la vi.

-¿Encontraste entre ella y tus películas elementos comunes?
-De cierta manera creo que hay algo en común, el salvajismo que hay dentro de la normalidad. Pienso que en ambas películas ves personas que se comportan normalmente siguiendo ciertas ideas, ciertos principios y cosmovisión, y luego llegan con ellos a lugares inhóspitos. Personas que persiguen un sólo objetivo dentro de un mundo que parece “totalmente normal”, pero que el límite entre “lo normal” y “lo extremo” es muy frágil.

-En la película Policeman mostrás cierto modelo, cierto ejemplo de masculinidad, ¿pensás que este es el modelo dominante en Israel? 
-Pienso que sí. Es como si estos policías, en una unidad particular, el policía en cuestión, nuestro personaje, fueran el resultado de la educación israelí, su éxito máximo. Es lindo, fuerte, masculino, bueno en lo que hace, compañero, leal al Estado, más o menos fiel a su mujer, algo parecido al “macho latino”. Él no se hace muchas preguntas, no cuestiona mucho, no habla en demasía. Es interesante ver cuán diferente del “modelo judío” es este modelo. Que enorme diferencia hay entre este “modelo israelí” y el “modelo judío”.

-¿Te referís al “modelo judío” en la diáspora?
-Sí, el “modelo judío” de aquellos judíos que estudiaban en el “jeider” (aula de estudios hebreos y religiosos), que a la edad de tres años ya sabían leer, hablar acerca de la vida, cuestionarse, debatir, son dos modelos completamente opuestos.

-En esta película también percibí que estos jóvenes posmodernos no tenían desafíos para sus vidas y que recurriendo al poder simbólico de la violencia sentían que adquirían cierto protagonismo.
-Es cierto. Pienso que cuando ves a estos jóvenes en la película Policeman, notás en ellos ciertos rituales, ritos revolucionarios, no la revolución en sí misma, sino los rituales. Por ejemplo, cómo se escribe un manifiesto. Se muestra la convocatoria a los medios de comunicación y cómo el que oficia de líder arma la escena como un director teatral, indicando dónde debe pararse cada uno. Es como estos videos que podemos ver frecuentemente en internet, y quizás ahora de otra manera, donde los raptores obligan a sus víctimas cautivas a proceder de determinada manera durante la filmación. Permanentemente juegan con lo simbólico de la violencia, de la violencia política, pero no tienen la base emocional, hay algo estéril. Por el contrario, su base emocional es endeble, incluso sus bases ideológicas, es una construcción parcial como para que la cosa realmente tenga algo de profundidad. Como no tiene profundidad no tiene la positividad de persuadir o convencer a nadie. A mi entender hay algo en la existencia en Israel, esta es la impresión en Policeman, que podés ser o policía o revolucionario, que hay algo entre dos fuerzas disimiles. Hay algo gigante que es la fuerza de los policías, y una muy pequeña fuerza que son los revolucionarios. En estas dos fuerzas está representando el carácter dominante y la existencia del Estado de Israel en donde podés ser parte, pararte detrás de él, apoyarlo, estar orgulloso, defenderlo, no hacer preguntas o cuestionarlo como el policía, o que podés ser atravesado por él y desconectarte como estos revolucionarios. En estas dos instancias, si estás atravesado o demasiado desconectado, en verdad no podes influenciar sobre él, esto es parte de la tragedia. A propósito, esta es la marginalidad que antes mencionaste, ellos son marginales.

-Ahora pasemos a la película The Kindergarten Teacher. ¿Qué lugar ocupa la poesía en vos a nivel personal?
-La poesía, es quizás, una de las actividades que, a mi modo de ver, posee rebelión; hay oposición, es radical. Cuando todo se vuelve material y vulgar y comienza a ganar espacio, en cambio la poesía tiene algo que, por ejemplo, no se puede explicar completamente. No se puede interpretar a sí misma hasta el fin. Podés leer una poesía y decirle al poeta: “No comprendo por qué no le agregaste un reglón, por qué le agregaste este otro renglón”. Pero hay algo en la poesía esquivo. Por ejemplo, a vos como director se te puede cuestionar por qué hiciste de esta manera o de otra, mostranos, explicanos, enseñanos para que lo podamos hacer. Pero para con el poeta su interpretación no es fácil, queda de modo enigmático, es algo que puede ser tan pequeño y gigante a la vez. Pueden ser unas cuantas palabras que una persona puede escribir en una computadora a las dos de la mañana en su habitación y también la experiencia de hablar sobre el género humano, sobre la existencia, acerca del mundo. Pienso que la poesía es una de las actividades principales de nuestras vidas que incluye la oposición y la rebeldía.

-¿Pensás que la película The Kindergarten Teacher quiere rescatar una época romántica y naif del Estado de Israel que se la denominó "Eretz Israel Halafa" (La bella tierra de Israel)?
-De cierta manera sí. De cierta forma el chico para ella adopta un carácter mesiánico, como el redentor. No es sólo que el chico publique un libro, sino que ella cree que todo israelí y toda persona que escuche estos cuatro renglones de la poesía que dice: “Hagar es lo suficientemente bella…”, cambiará, se transformará. Algo le pasará, como algo mágico, como obra de una brujería. A su modo de entender las cosas los hombres no escuchan, y si escucharan las cosas serían diferentes y todo cambiaría. De cierta manera ella intenta rescatar por medio de estos cuatro renglones cierto tipo de mundo o un Estado que se ha estropeado.

-Luego de escucharte a vos y haber visto la película pienso si realmente ella quería rescatar al chico y la poesía como un acto altruista o por el contrarío fue un acto totalmente egoísta.
-Pienso que las cosas siempre están vinculadas unas con otras. Pienso que también lo hizo para rescatarse a ella misma, para encontrar un significado para su vida. El chico es para ella también su redención. En mi apreciación, ella quería salvar al chico, pero pienso luego de lo que hablamos que la maestra es una revolucionaria real. Es una revolucionaria y utiliza al niño, a su poesía y sus palabras como una bomba atómica que arrojará sobre toda la estupidez, sobre todo este materialismo, sobre la vulgaridad. Arrojarles esta bomba atómica que es: “Hagar es lo suficientemente bella…”, es un arma letal.

-¿Cuándo creés que la sociedad israelí dejó de ser naif?
-Mirá, yo no podría afirmar tajantemente que esto es así. No podría decir que todo tiempo pasado fue mejor. Creo que el mundo cambió. De lo que yo sí puedo hablar es del mundo actual, en el que vivo, de lo que veo hoy en día. Y lo que yo creo es que el gobierno israelí de hoy, del cual tengo muchas cosas negativas para decir, es un gobierno que odia la poesía, odia a los poetas. Y voy más allá, es un gobierno que entabla un vínculo temible entre fascismo y vulgaridad.

-Así como dijo Primo Levi que es imposible escribir poesía después de Auschwitz, ¿es posible escribir poesía hoy en Israel?
Como cualquier país que atraviesa una gran crisis, pienso que Israel está en un momento muy interesante para la producción artística, incluida la poesía, porque es una situación a la vez terrible y fabulosa en que la sociedad estalla y, sin embargo, vos podés mirarla desde afuera y no estallar con ella.
Por otro lado, creo que es un momento de quiebre. Porque en un primer momento vos podés sentir que la sociedad te estalla en la cabeza y por eso justamente es un buen momento para escribir poesía en Israel, porque el lugar está tan cargado…, es un país donde sentís que cada día recibís tres cachetazos y la poesía sabe muy bien como sobrellevarse con los cachetazos.

-En tu opinión, ¿quién es ese chico y quién esa maestra?
-La maestra podría pensarla en términos del Quijote. Para mí es toda persona que se anima a enfrentar cosas o a esa rutina que se vuelve obvia. Es alguien para quien todo lo que para ustedes es lo normal es una tragedia, un infierno. Es un ser humano con muchas quejas, sin sentido del humor, carente de información, completamente obsesiva. Pero lo cierto es que está dispuesta a chocarse con una pared, sabiendo que la que se va partir es su cabeza y no la pared. Y el niño…, el niño es una incógnita.

Publicado en el Periódico Nueva Sión: www.nuevasion.com.ar/articulo.php?id=6353