Algún día se cumplirá el Ihie Tov (Estará bien), no puedo seguir cantando siempre la misma canción

Cantante israelí y del mundo, David Broza es virtuoso en la guitarra, destacado vocalista e intérprete. En sus eclécticas armonías y melodías se unen sonidos de latitudes diversas. Sus acordes tienden puentes de entendimiento y paz entre múltiples culturas. Humano y pacifista, el arte es su campo de batalla. Activista social y solidario. Le canta al amor, a la mujer y al hombre. Apuesta al entendimiento entre los pueblos y sus habitantes por medio de la construcción de sólidos puentes culturales. Embajador de buena voluntad de Unicef. Sigue vigente con optimismo en su espíritu el Ihie tov (Estará bien). Musicalizador y compositor de Jonathan Geffen, Jorge Drexler, Joaquín Sabina y Pablo Guerrero, entre otros. Generoso con su música, su canto y guitarra. Sus convicciones, una fortaleza como Meztada. Más de veinticinco exitosos discos editados. Un carisma y talento mágico que entrega a su público en cada presentación sobre el escenario. Es David Broza, no hay otra definición posible para él que él mismo. Tan músico, tan talentoso, tan amplio, tan diverso, pero sobre todo tan necesario.
Por Enrique M. Grinberg

NS: Ante todo, muchas gracias por la entrevista, es un placer poder conversar contigo.
DB: El placer es mío también.

NS: Te cuento un poco acerca de la estructura del reportaje. La idea es poder abarcar cuatro aspectos: tu historia familiar, tu recorrido musical, un poco de actualidad y el epílogo. ¿Aceptás el desafío?
DB: Acepto sin problema y con entusiasmo.

Historia familiar

NS: Si te digo Neve Shalom ¿qué tenés para contarme?
DB: Neve Shalom, Wahat al Salam, es el pueblo que fundó mi abuelo y otra persona. Para él fue una oportunidad para crear un sitio que sea un centro de estudios para la paz. La mejor manera de hacerlo es convivir juntos: judíos, musulmanes y cristianos. Y mientras conviven, estudiar sobre los problemas, encontrar las soluciones para lograr una armonía cultural y respetable. Neve Shalom se fundó oficialmente en el año 1978. Yo voy allí desde el año 1975 con mi abuelo y veo que desde esos tiempos hasta hoy tienen la agenda, la historia y una técnica profunda para la resolución de conflictos entre personas y culturas. A mí siempre me ha fascinado esto y me llena de esperanzas saber que este proyecto sigue, que este pueblo -que ahora es conocido en Israel y en todo el mundo- está triunfando solamente por haber evadido con éxito todos los obstáculos que han pasado en cuarenta años.

NS: Contame un poco acerca de tu contexto familiar en tu infancia y adolescencia.
DB: Fue una infancia común: nací en Haifa y crecí en Tel Aviv. A los doce años mis padres se fueron a vivir a Madrid y allí viví hasta los dieciocho años, cuando volví a Israel para enrolarme en el Ejército.
La historia de mi abuelo es algo especial, pero para mí era un abuelo común. A los 18 o19 años de edad comenzamos a hablar como dos adultos sobre su proyecto. En mi casa siempre hubo una actitud de tolerancia hacia el otro. Mis padres hablaban árabe. Mi mamá es “sabra”. Nació en Tel Aviv en el año 1927, más específicamente en la calle Bialik, frente a la casa del poeta nacional y del artista plástico Reuven Rubin. Mi abuela nació en Rejovot.
Mi familia está en Palestina desde los tiempos iniciales del sionismo, alrededor de 1872. Fueron fundadores de la ciudad de Rejovot, y del primer Kibutz: Degania. Creo que pertenezco a una historia familiar vinculada a la realización del sionismo y de lo que es hoy Israel.
Me dedico a la música y a los proyectos que me interesan desde siempre. Un proyecto está vinculado al tema del conflicto israelí-palestino y de cómo establecer y construir puentes culturales entre las personas. El otro es un proyecto para los niños con capacidades diferentes. Que tienen parálisis cerebral, discapacidad para andar y que circulan en sillas de ruedas. Es un club muy pero muy grande que se llama Spivak, al cual le dedico también un porcentaje bastante grande de mi tiempo.

NS: ¿Cuál considerás que es tu lengua madre y por qué?
DB: Es el hebreo, claro, el hebreo, somos israelíes. El español que tengo en realidad es porque en el año 1999 o 2000 fui a España para establecer un contacto de nuevo con la cultura, con el país, después de no haber vivido allí por 25 años. Había pedido contacto con el idioma pero comencé a componer música propia con gente como Jorge Drexler, Joaquín Sabina y junto a otros poetas y cantautores españoles. Comencé a grabar en español. Tengo tres CD en castellano y salí de gira por toda España. Así me conecté profundamente con el idioma y la cultura española, pero siempre como israelí.

Recorrido musical

NS: ¿Cómo llegaste a la música y en particular al canto y la guitarra?
DB: De niño me dediqué a la pintura. A los doce años comencé a tocar la guitarra. Mi madre Sharona Aron era cantante de folklore israelí y me acompañaba con guitarra. Empecé en casa usando su guitarra cuando vivíamos en Madrid. Tocaba para mí. No tenía profesores ni nada. Comencé con dos o tres acordes y poco a poco fui mejorando. Me compraron una guitarra propia. Con los años dediqué más tiempo a tocar, aunque seguía intentando con la pintura como vocación. A los 22 años, luego de haber pasado por el Ejército, buscaba trabajo y me ofrecieron actuar en el show del poeta israelí Jonathan Geffen. Ahí comencé mi carrera componiendo música para su poesía en el show. La primera canción que hice fue Ihie Tov (Estará bien).

NS: Tuviste la suerte de conocer a parte de su familia ya que te une un vínculo de amistad con su yerno que es Etgar Keret.
DB: Claro, la hija de Jonathan, Shira, está casada con él. Es un gran escritor. Ella es la hermana del músico Aviv Geffen.

NS: ¿Cómo definirías tu estilo musical?
DB: Mirá, soy un músico influenciado por la cultura israelí, la española, el rock and roll, el folk americano y el jazz. Es muy ecléctico todo lo que hago, tiene su aire. Cuando canto en hebreo tiene su resonancia y el estilo hebreo solamente por el idioma. El ritmo y la melodía siguen igual cuando voy componiendo con las letras de Jorge Drexler, Sabina o de Pablo Guerrero, que es muy español, o cuando lo hago sobre la poesía de Elizabeth Bishop y de Anne Sexton, que son poetas americanos. Siempre escuché varios tipos de música en mi vida y me dejé influenciar por ellos. No es un estilo nada más, no es como escuchar a Mercedes Sosa que todo lo que hacía y representaba era producto de la cultura tucumana y argentina. Con influencias de otros, porque la música era de otros, pero la manera de cantar era suya. Sabías que estaba escuchando algo muy profundo, latinoamericano. En el caso mío, cuando hago música con el ambiente español, americano y hebreo tiene un sabor que viene de otra cultura, soy un mestizo.

NS: En mi humilde opinión, en tu decir musical se escucha ese multiculturalismo y pluriculturalismo. Espero no estar alejado de la realidad.
DB: Así es, soy judío errante. Estoy viajando sin parar.

NS: Con la guitarra, que es un instrumento portátil, así como el violín, que los judíos que debían escapar por las persecuciones se los podían llevar consigo y salir rápido.
DB: Así es, claro.

NS: ¿Qué músicos influenciaron en tu carrera?
DB: La primera música que escuché de niño era jazz: John Coltrane, The Cannon, Buddy Bolden, Big Box, Miles Davis. Después empecé a escuchar a cantautores como The Band, Joni Mitchell, Paul Simon, Bob Dylan. En España a Serrat, Pablo Guerrero y Luis Pastor. Después en Israel, Arik Einstein y Shalom Janoj. También unos de los que influyeron y siempre me dieron la ilusión era gente como Jimi Hendrix, con la guitarra, o James Taylor, es una mezcla de cosas.

NS: ¿Qué simboliza para vos Metzada?
DB: Para mí Metzada es una sorpresa, algo que empezó hace 25 años con el primer concierto al amanecer que hice, en el año 1993. Me sorprendió porque yo no tenía idea de cómo iban a pasar las horas o cómo iba a afectar el amanecer a mi show. Es un show único porque estamos en el desierto total frente a la Fortaleza de Herodes, de Masada, frente del Mar Muerto. Frente de Jordania, de las montañas de Moab donde murió en realidad Moisés. Desde ahí doy un concierto hasta que sale el sol. Empezamos a las tres de la madrugada y continuamos hasta las seis y media o siete. Entonces son cuatro horas de música sin parar que hago solo o con mi banda, esperando que el sol salga. Siempre es un momento mágico, una cosa que no se puede copiar o replicar en una producción de teatro. Son cosas que sólo pertenecen a este sitio, a Masada, al desierto e Israel.

NS: Me imagino que debe ser algo único. Un acto heroico el tuyo en Metzada al cantar por cuatro horas. Hay que poder sostener un show así.
DB: Sí, así es, un gran desafío.

NS: Hay un capítulo de tu vida que quiero abordar y es sobre tu vínculo con Yonathan Gueffen. El año que viene se van a cumplir 40 años de tu primer disco con él, que se llama “Sijot Salón” (conversaciones de salón).
DB: Yonathan Geffen para mí es un gran poeta, un hombre con opiniones que a veces son extremas, otras muy originales. En realidad, ante todo es un gran poeta y un gran amigo mío. Son cuarenta años de amistad ininterrumpidos. Hablamos casi todos los días, no importa en qué parte del mundo esté. Seguimos componiendo juntos.

NS: Ihie Tov quizás es una de las canciones más políticas que interpretaste. ¿Qué significaba para vos y tu carrera en aquellos tiempos, cuando corría el año 1977?
DB: Sabes, de hecho es una canción que refleja mucho lo que pasó en noviembre de 1977 cuando llegó el Presidente Anwar el-Sadat de Egipto a Israel, cuando empezó el proceso de paz. A través de eso y además como fue mi primera canción en la vida, yo fui a apoyar a un grupo de activistas que querían dar un gran apoyo a Menajem Begin, a su gobierno, porque su partido no estaba de acuerdo con el proceso de paz. Necesitaba el apoyo de la gente, entonces nosotros empezamos lo que poco a poco se fue convirtiendo en la movida que es Shalom Ajshav. Y esta canción, desgraciadamente, o no, sostiene su mensaje durante toda esta época. En tiempos buenos y en tiempos malos. En tiempos fáciles y difíciles. En la guerra de Gaza, en la guerra del Líbano, en cada guerra desde hace 40 años. Esta canción es siempre un punto de esperanza.

NS: No sé si sos consciente de que más que una canción estamos hablando de un himno...
DB: Si, soy consciente de que se transformó en eso.

NS: ¿Realmente creés que algún día se cumplirá el Ihie Tov?
DB: Claro que sí. Yo no puedo seguir cantando siempre la misma canción, tengo que poder cambiar de canción. Van a tener que solucionar el tema.

NS ¿Qué estrofa o estrofas creerías que se podrían incorporar al Ihie Tov?
DB: Tendría muchas estrofas para agregarle, hay decenas de estrofas nuevas. Siempre escribimos una nueva. Pero no creo que vayamos a escribir alguna en esta época.

NS: ¿Qué otras canciones con contenido político de tu repertorio creés que serían muy necesarias hoy?
DB: No sé, sabes, en realidad yo no meto mucha política en mi trabajo. Soy un cantante romántico, soy un trovador. Tengo un álbum, East Jerusalem/West Jerusalem, que hice hace tres años, que es utilizado en mi película documental del mismo nombre, que está en Netflix, allí trabajo con músicos palestinos. Creo que la música es para entretener a la gente, conmoverlos de vez en cuando. Personalmente en mi tiempo privado hago cosas que tienen aspectos sociales más que políticos, y claro que la política es parte de la movida social. Pero yo no me dedico a la política desde el escenario.

NS: Hablemos de algunos de tus discos. En esta oportunidad elegí algunos que son los que creo más especiales, además de ser los que más me gustan. Te menciono uno a uno y me vas diciendo algo de ellos. Empecemos por Leket Rishon (Primera Colección).
DB: ¡Wow! Leket Rishon, es la primera antología que hice. En realidad recuerdo un poquito lo que tiene, no recuerdo todo. Creo que está hecho en el 20° aniversario del inicio de mi carrera musical, hace bastante tiempo ya.

NS: Seguimos con Ha Ishá She Iti (Mi Mujer).
DB: Ese es uno de los mejores. Es uno de los álbumes más importantes desde distintos puntos de vista. El primer punto de vista es que estaba introduciendo la música de la poesía española al pueblo israelí. El gran trabajo que hice con Jonathan Geffen traduciendo al hebreo a Serrat, a Cecilia, a Manzanita y a Paco Ibañez, toda esa clásica española. En Israel no sabían que estas no eran canciones israelíes, eso es muy importante. Para mí también era un punto comercial muy grande, cuando todo el mundo se enamoró de esa música y me estableció como un artista importante en la música israelí.

NS: Si no me equivoco fue, o es, uno de los discos más vendidos en Israel hasta el día de hoy.
DB: Hasta hoy es así.

NS: Y si te digo a Hakeves hashishá asar (La decimosexta oveja).
DB: Este es un disco precioso que hice con Gidi Gov, Yehudit Ravitz, Yoni Rechter y Jonathan Geffen. Basado en la poesía de Jonathan, su poesía para niños. La música fue escrita por Yoni Rechter, con aportes míos y de otros. Uno de los discos para niños más bonitos del mundo, impresionante.

NS: En la lista sigue Klaf (Naipe), quizás sea un disco bisagra, distinto en tu carrera, porque el estilo del mismo es más rockero.
DB: Así es. Es mi segundo álbum como solista. Tiene un sonido un poco más rockero como dices, aunque la forma de escribir sigue siendo el folk-rock. Desgraciadamente, cuando salió el álbum, como dos meses después, empezó la guerra del Líbano en 1982. Por esa situación no fue exitoso. Las canciones seguían, cada canción con su historia fue cosechando éxitos para el disco, pero la gente no volvió a comprarlo. Se escucharon las canciones como Haifa-Haifa, Daniela, Srujim, Yinyi (Pelirrojo), Gluiot Shaná tová Mi Shosh HaMitavedet (Postales de Año Nuevo de Shosh la Suicida), hay por lo menos cinco o seis éxitos de ahí. Pero como álbum nunca volvió a venderse bien por la crisis de la guerra del Líbano.

NS: Uno de los discos que más escucho en la actualidad tuyo es Ze HaKol o Klum (Es todo o nada) ¿Qué tenés para contarnos acerca de él?
DB: Un gran disco, muy bonito. Un gran trabajo con Yizhar Ashdot y con Micha Shitrit. Tuvo mucho éxito. Me encanta el sonido del álbum, me costó mucho. Pensé hacer este trabajo en un mes, un par de meses máximo, pero me costó como dos años producirlo bien. También existe en español, se llama Todo o nada. Es un gran trabajo interpretarlo en dos idiomas, pero me gusta mucho.

NS: Por último Sodot Gdolim (Grandes secretos).
DB: Sodot Gdolim es un gran álbum pero otra vez, al igual que pasó con Klaf, salió el mismo día, en este caso no de una guerra, sino del ataque de un suicida palestino en el Dizengoff Center, en Tel Aviv, en febrero de 1996. De este momento en adelante entramos en guerra con todos los grupos terroristas que estaban en Líbano y ahí quedó el disco. Quedaron algunas canciones bonitas que salieron por la radio pero como disco perdió el momento y el carisma.

Actualidad

NS: ¿Cómo expresás hoy en día tus ideas e ideales políticos?
DB: Hace casi 20 años me dedico a trabajar en Jerusalén Oriental, en un estudio de un grupo de palestinos que se llama Sabrin. Es una la relación que tengo con ellos, y cada vez más amigos vienen de Jerusalén Oriental, de Cisjordania, de Ramallah, de Yenín, de Jericó, de Akko, de Haifa. Y también poco a poco, y después del álbum que hice allí, Jerusalem East/Jerusalem West, ya se acostumbraron músicos israelíes a venir y sentirse cómodos con esta gente. Somos un grupo de unos 200 o 300 músicos, familiares y amigos que nos juntamos a festejar por lo menos una o dos veces al mes, encontrarnos y establecer relaciones muy íntimas unos con otros. Creo que ahí está el futuro y ahí la solución de cómo convivir, cómo traer el cambio para que los políticos puedan hacer el resto del trabajo. Nosotros lo que hacemos es un trabajo de gente a gente, de cara a cara, de ojo a ojo, y esto genera mucha esperanza ahí.

NS: ¿Jerusalén Este, Jerusalén Oeste, existe tal división?
DB: Sí, sí, hay una división total. Desgraciadamente los israelíes se sienten inseguros, con miedo y no se sienten bien viajando a Jerusalén Oriental, tienen miedo de los palestinos. Entonces es claro que hay que hacer mucho trabajo para que uno conozca al otro, para que no tengan miedo. Por otro lado, hay que reconocer que Jerusalén Oriental es 100% palestina y árabe, no hay judíos. La Jerusalén mía, la nuestra, la de los israelíes y los judíos es Jerusalén Occidental, y claro la parte vieja, la Ciudad Vieja de Jerusalén con el Muro de los Lamentos y toda esta parte judía es inseparable de Israel, nunca se separará.

NS: Han pasado 50 años, 1967/2017, ¿Cincuenta años de qué?
DB: Hay que verlo en la perspectiva de todos los gobiernos que Israel ha tenido. Desde Golda Meier, el Maaraj (izquierda), hasta los del Likud (derecha), hasta los de Bibi Netanyahu, o de Ehud Barak, o de Rabín, siempre apoyaron a la conquista y la retención de la ocupación y de los asentamientos. Creo que han perdido momentos. En el futuro vamos a ver la solución, que va a llegar pronto, espero. Han perdido muchas oportunidades para solucionar y establecer un entendimiento entre el pueblo israelí y palestino para convivir uno al lado del otro, con su país, con su bandera, con su dominio, con su sistema, pero apoyándose uno al otro. Las economías israelí y palestina deberían sostenerse una a la otra, porque somos la misma gente. Hablamos y nos conocemos, los palestinos ya entienden la fuerza de Israel y las cosas buenas del sistema democrático en Israel. Ellos están aprendiendo, son muy avanzados. Creo que lo más negativo de la ocupación es que tenemos que seguir controlando a dos millones de ciudadanos palestinos. Controlar a esta gente no da mucha esperanza a los jóvenes. Pero al mismo tiempo, los palestinos van aprendiendo y entendiendo más y más cómo pueden ellos ir estableciendo su propia sociedad, su propio sistema copiando al israelí, que es más avanzado y occidental.

NS: ¿Tu disco y documental en Netflix tienden a ser un puente entre ambos mundos?
DB: Sí, claro. Sin dudas. Continúo trabajando con niños en el campamento de refugiados de Shuafat. Cada vez hay más niños, cada vez nos sentimos mejor, cada vez hay más confianza el uno con el otro. Estas cosas favorecen el cambio. La paz en el Medio Oriente no va a venir en una o dos generaciones, puede ser que tarde muchos, muchos años más, pero si no seguimos intentando buscar el camino de la paz, nunca llegará. Hay que seguir buscándolo, pero nadie sabe si se va a alcanzar en nuestro tiempo o la próxima generación o dos más. Hay que seguir buscando.

NS: Si hablamos de música, el pianista y director Daniel Baremboin y el filósofo Edward Said conformaron la West-Eastern Divan. ¿Qué pensás del proyecto y de sus creadores?
DB: Bueno, mira, ellos hacen un proyecto que no está establecido en Israel, sino en Sevilla, España. Están viajando por el mundo. Creo que es fantástico y tiene un gran mensaje. Pero lo que nosotros hacemos en Israel es tratar de mezclar las culturas entre la gente que vive en Israel. Por ejemplo, tenemos a Polyphony en Israel que es una orquesta que está fundada por Nabeel Abboud-Ashkar, que es discípula del proyecto West-Eastern Divan. El proyecto estableció una Escuela de Música y Orquesta para jóvenes de hasta 18 años, árabes y judíos. Solamente se dedican a tocar música clásica, la mayor parte es música de Bach, Schubert y Beethoven, y de vez en cuando, se dedican a arreglar canciones populares árabes e israelíes de estilo clásico y las tocan. Ahí celebran las dos culturas, como por ejemplo The Jerusalem Youth Chorus, que es un grupo de niños palestinos e israelíes de Jerusalén Oriental y Occidental que se dedican a cantar juntos. Tienen ya su primer disco. Han viajado por el mundo, cantan en Israel por todas partes. Siguen aprendiendo y probando que se puede convivir a través de la música y por medio del arte. El prejuicio que hay es hasta construir el primer puente, después habrá que penetrar en los estamentos más burocráticos, más políticos, primero hay que empezar con los niños y con los pueblos en la calle.

NS: ¿Cuál es el sueño artístico profesional que aún no concretaste?
DB: Sigo haciendo mi disco israelí, lo voy a grabar en junio o julio en Israel. Después voy a hacer un álbum americano, en inglés y después uno en español. Yo voy siguiendo, mi sueño es seguir componiendo música y dando conciertos todo el mundo. Cada mes paso por lo menos diez días en Israel dando conciertos. Voy viajando veinte días al mes y el resto sigo en Tel Aviv.

Final

NS: ¿Si tenés que elegir uno de tus discos cuál sería y por qué?
DB: No sé. Creo que mi próximo disco es el más importante y bonito que he hecho.

NS: ¿Y un disco de otro músico israelí?
DB: La música israelí… Mira, siempre vuelvo a Arik Einstein, sabes. Los discos de Arik son una colección que siempre me llevan a sitios muy queridos y especiales. También agregaría Mediterráneo de Serrat.

NS: Por último me gustaría saber qué lugar y sentido le das a las introducciones y finales de tus temas, en la cuales demostrás un gran talento y virtuosismo instrumental y musical. Si es para vos un momento íntimo y personal.
DB: Yo soy yo con mi propia guitarra… Todas las canciones que voy componiendo e interpretando primero tienen que sonar perfectas, voz y guitarra nada más. Después cualquier cosa que hacemos es extra. A veces voy con batería, percusión, bajo y teclados. Si voy con la Orquesta Andalús, con la cual hacemos interpretaciones de mi música con música árabe, o si hago un show con música mía y de Paco de Lucía en Madrid. O con los músicos de Jerusalén Oriental, los palestinos. Pero eso es disfrazar a mis canciones o ponerles ropa, vestir mi música con estilos diferentes.

NS: Para finalizar, ¿algo más que quieras agregar?
DB: Algo que te comenté luego de finalizada la entrevista y me pediste que te lo relaté nuevamente. Cuándo me preguntaste si tenía algún vínculo con algún cantante argentino te dije que sí. Tenía un vínculo extraordinario con Mercedes Sosa, hablaba una vez por semana por teléfono con ella. En varios de esos llamados llegamos a cantar juntos, ella en Argentina, yo en Israel y el teléfono nos unía, unía nuestras voces, nuestro canto y nuestras melodías.

Publicado en: www.nuevasion.com.ar/articulo.php?id=6436

Sobre esclavos y libres

El año nos hace esclavos de los números.
El mes nos hace siervos de los días.
Los días nos encadenan a la agenda.
La agenda nos hace serviles a la rutina.
La rutina nos hace cautivos al reloj.
Tres agujas nos hacen presos pinchándonos con sus horas, minutos y segundos.
Cronos nos tiene sometidos y tiranizados.
La tiranía de lo inmediato nos oprime con su apuro y velocidad.
La velocidad nos explota con lo instantáneo.
Lo instantáneo nos somete a la conexión, que es una real y profunda desconexión.
La desconexión nos atormenta con su vacío, y nos hace sumisos frente al consumo.
El consumo nos encarcela al dinero.
El vil metal nos hace víctimas de la codicia.
La codicia nos sujeta al egoísmo.
El egoísmo nos hace esclavos de nosotros mismos.
¿Dónde estás tú?
¿Dónde está el otro?
¿Y dónde está el hombre?
El hombre aún se encuentra en la búsqueda de su libertad.

Enrique M. Grinberg

Pesaj 5777