Entrevista exclusiva a Yehonathan Geffen

La crítica como arma y conciencia de una voz que genera incomodidad 

Yehonatan Geffen es israelí, autor, poeta, compositor, periodista y dramaturgo. Estos conceptos definen en parte lo que es y hace, pero Yehonatan Geffen trasciende cualquier definición; de hecho, no resiste ninguna etiqueta. Ha marcado y sigue marcando generaciones completas con su obra profunda y creativa que se expresa en monólogos, poesías y canciones tanto para niños y jóvenes como para adultos. Como dice en esta entrevista, muchas de esas obras se transformaron en plegarias e himnos populares. Sobrino de Moshé Dayan, nacido en una familia del establishment judío, es el hijo díscolo que hace de la crítica y provocación su bandera. Amenazado de muerte por no coincidir con las voces oficiales y censurado en Gaalei Tzahal (Radio del Ejército), transcurre sus días como los profetas deambulando entre poéticas letras, profundas palabras y filosos textos que intentan despertar y estimular la conciencia y el pensamiento crítico de su pueblo de una manera no convencional. Mordaz, agudo y comprometido, es amado por unos y odiado por otros. Dejó la ciudad de Tel Aviv acosado y atormentado por sus detractores, acusado de traidor y antipatria, para poder vivir un poco más tranquilo en las cercanías de Netania. Allí recibió generosamente en una amena cena a Nueva Sión, en un encuentro en el que la palabra fluyó, y en el que se abordaron diversos aspectos de su vida y de la sociedad israelí.
Por Enrique M. Grinberg

-¿Mi hu? ¿Mi hu? ¿Mi hu? ¿Mi hu Iehudí? ¿Quién es? ¿Quién es? ¿Quién es? ¿Quién es judío? (Emulando un fragmento de un monólogo humorístico de Yehonatan Geffen)
-(Risas…).

-Veo que recordás muy bien tus textos… ¿Qué es para vos ser judío hoy?
-No sé lo que es ser un judío. Fui alumno del profesor Yeshayahu Leibowitz y creo que pensar que hay algo en el mundo que nosotros con nuestro tonto cerebro no comprendemos… eso, esa es la es la raíz de toda la creencia.

-¿Qué es para la sociedad israelí ser judío hoy?
-Lo que a mí me interesa de quién es judío o no judío es lo que dice la Declaración de la Independencia. Tu amigo David Ben Gurión dijo un Estado de igualdad sin diferencias de religión, raza o sexo. Yo estoy a favor de los árabes, a favor de los drusos, a favor de este y a favor de todo. Nunca fui judío, pero vos sabés que porque “maté a Jesús” tengo que pagar por ello.

-Con esa confesión cerrabas el monólogo que hablaba de cuando le preguntaste a tus padres dónde está nuestro D-s y ellos te señalaron la Mezuzá. La miraste y un día, cuando ellos no estaban en la casa, se fueron al cine, la despegaste y viste que decia “Made In China”… o sea, descubriste que nuestro D-s está fabricado en China…  y un poco más adelante confesaste que “mataste a Jesús” cantando con la melodía de “Si yo fuera rico” del Violinista sobre el Tejado…
-Si, así es, “yo lo maté”… había una fiesta, todos tomaron y comieron y allí estaba el martillo y los clavos. Y ya sabés cómo sigue la historia…

-¿Quién es Yehonatan Geffen? No te estoy pidiendo tu cédula de identidad…
-Yehonatan Geffen es el vocero, no soy la “Playlist, lista de reproducción” del Estado, soy la voz de mi generación. La generación que nació en el año‘48, que atravesó tres guerras, todas con traumas de combate, todos locos. En todas las guerras las personas huyeron. Estuve en las Alturas del Golán, en Tel Faher, en Ismailía con Arik Sharon. Ellos no comprenden lo que vimos allí, nos partió la cabeza. Nosotros nunca volveremos a ser personas comunes, nos transformamos en “zombies” para siempre.

-¿Cómo fue tu infancia? ¿Qué música se escuchaba, que se leía, sobre qué se hablaba en tu niñez?
-No sé si lo sabés, pero mi mamá era la hermana de Moshé Dayán. Es por ello que mi casa era muy, muy nacionalista, oficialista. Mi mamá, Aviva, representaba a Dayán en las recorridas por el terreno una vez al mes. Yo era chico en aquellos tiempos y pienso que fui bastante de derecha. Todos queríamos ser paracaidistas, queríamos ser como Meir Har Tzión, ¿sabes quién es? Es quien creó la unidad de los paracaidistas. A lo que todos aspirábamos en la vida era morir por el Estado, ese era el ideal. Para todos los chicos de mi grado lo importante era entrenar en el gimnasio. Corríamos veinte kilómetros todos los días para poder incorporarnos a los paracaidistas, quienes después me recibieron con cuarenta kilos, alguna vez los tuve… Nuestro sueño más grande era morir por la patria… es un sueño fascista.

-“Morir por nuestra tierra”, frase que se le atribuye a Trumpeldor…
-Así es. Escribí cartas a mi casa estando en el Ejército y siempre era una carta sobre un caído, de alguien que moría. Estoy contento que pude cambiarme a mí mismo. En las Alturas del Golán escribí: “Si llegara a morir no lloren”. Quizás alguien escriba sobre esto algún día… Pero toda mi ideología y la de mis amigos de Nahalal (nota del editor: Moshav, Comunidad Rural, en el norte del país) era muy, muy de derecha y fascista, ¿comprendés? Te sorprendería saber que la mayoría de los combatientes en la Guerra de Yom Kipur, la mayoría de los soldados que murieron en esta guerra, en parte fueron de Nahalal, como unos veinte amigos. Recibimos dos objetivos para nuestras vidas. El primero hacer florecer el desierto, agricultura, trabajar en la agricultura. Segundo matar a los árabes terroristas, tantos como fuera posible, ¿comprendés? Era muy de derecha, también cuando comencé en el periodismo escribí notas muy de derecha.

-Pensás que ahora “es bueno vivir por nuestra tierra” …   
-Yo no pienso eso… pienso que es bueno vivir para nosotros mismos.

-¿Cuáles eran tus temores y sueños en la infancia?
-Mi mayor temor era que mi mamá, la hermana de Moshé Dayán, se suicide, lo que aconteció en verdad. El segundo temor era que a lo mejor estuviese atascado toda la vida en ese lugar, atrapado en esa podredumbre. En verdad después del ejercito se me fue.

-¿Quiénes fueron los personajes que marcaron tu infancia?
-Comencé con eso muy, muy joven. El primero fue John Lennon, Bob Dylan, toda la aldea escuchaba el Coro del Ejército Rojo y las bandas del ejército, la banda del Nahal (Nachal en fonética inglesa). Yo en el búnker escuchaba a John Lennon, Los Beatles, después Pink Floyd, Tim Morris, The Doors, fui el embajador del equilibrio.

-¿Qué temas te inquietaban durante tu adolescencia?
-Bueno, ante todo el amor, el sexo y el rock and roll. Como joven en Nahalal, cuando medía un metro y medio y pesaba treinta kilos, no tenía oportunidad frente a los grandes con las mujeres. No jugaba fútbol, odio los deportes. Llegué a pensar este tipo de cosas… ¿quizás una niña? ¿A lo mejor un homosexual? ¿O algo así? En la vida, nunca, nunca participé de la fiesta al nivel que ellos lo hacían. Leía muchos libros. Es por ello que los mejores amigos que tenía en el grado eras las chicas, que tampoco leían libros.

-Bueno no era tan mala la estrategia para estar con las chicas… la cultura ayudaba…
-Leí mucho libros…

-¿Qué representó Bob Dylan en tu forma de ver la realidad?
-Antes que Bob Dylan estuvo Lenny Bruce. Subí al escenario en 1978 haciendo monólogos. Antes de eso estuve en los Estados Unidos y conocí la obra de Lenny Bruce y entendí que hay un solo lugar en donde se puede decir todo, y esto es sobre el escenario. En el Canal 2 de la Televisión, en el programa Gav Ha’Uma – La Espalda de la Nación, del cual participé, todo lo que era importante lo cortaban y quedaba afuera. Sobre el escenario puedo decir las cosas más terribles del mundo, también puedo errar y no decir cosas correctas, pero estoy sobre el escenario.

-Todo lo que se dice sobre un escenario no se puede ni editar ni cortar…
-Así es. La persona que me quiso matar no fue por lo que escribí. Él estaba en una presentación en el teatro, fue por lo que decía que me quería matar.

-¿Formaste parte del cuerpo de paracaidistas, lo cual era muy prestigioso? ¿Qué te llevó a eso? ¿Qué lugar ocupó el ejército en tu vida?
-Yo digo que el Ejército tiene dos lados, los cuales tenemos prohibido depreciarlos. El Ejército es algo que nos obliga a nosotros, jóvenes de dieciocho años, que estamos todo el tiempo con el “pene erecto” y buscando donde descargar, y nos dicen “denle duro a los árabes”, muchas gracias. Este es el lado malo. El otro lado es el bueno, es que realmente en el Ejército aprendí el valor que se llama amistad. En el Ejército la amistad es un valor supremo. También cuando fui Mem-Mem, Mefaked Majlaká, Comandante de Pelotón. Luego fui Oficial de Provisión de Insumos. La cosa más importante que había para mí en la vida era que aquel que estaba al lado mío no se muriera. Podés comprender que la amistad es un valor supremo. Lo que por ejemplo mi hijo, Aviv, nunca lo podrá saber. En verdad, pienso que Aviv no tiene amigos. Porque a los amigos se los adquiere con sangre. Los verdaderos amigos se los adquiere con sangre. Cuando estás en una emboscada o estás en Ismailía bajo los misiles Katiusha que intentan matarte a vos y a tus amigos, sos responsable por la vida de otras personas.

-Entonces cuando Aviv decidió no enrolarse ¿qué le dijiste como padre?
-Yo no le dije nada, es un problema suyo. Él tampoco podía enrolarse porque tenía problemas de escoliosis en la columna vertebral, él no podría servir en el Ejército. Si el Ejército de Defensa de Israel necesitaría a Aviv, oi va voi (nota del editor: uy, uy, uy) al Estado, si necesitan a Aviv estamos en desgracia.

-¿Cuándo realmente encontraste a qué querías dedicarte en tu vida, si es que lo encontraste?
-En el momento que de una manera muy sorpresiva había una presentación de Arik Einstein en el Día del Estudiante. Arik no se sintió bien. Arik Einstein me dijo: “Reemplazame”. Le dije: “¿Qué voy a hacer?”. Me respondió: “Leé poesías con el rizo del poeta”. Fui con Dani Litani. Hablé sobre la Guerra de Iom Kipur y Dani interpretó canciones de Bob Dylan. De repente tuvimos cuatrocientas actuaciones en el año. En ese momento en que subí al escenario, toda la luz estaba sobre mí y el público estaba en la oscuridad, y podía decir todo, ese instante me dió el momento de mayor satisfacción de libertad de expresión.

-Vos realmente tenés un amor por el escenario, a Arik no le gustaba el escenario…
-Arik lo tenía, era muy tímido e inseguro, pero lo tenía. Pero en el momento que dejó de presentarse, terminó con él mismo. Cuando empezó a presentarse en estudios. Las personas quieren a los artistas, “oler el pelo nuestro”. Recién vengo de una actuación de una hora y media con setecientos chicos, es más todavía no volví a mi casa. Todos venían a abrazarme, ellos quieren ver al artista, a la persona. No quieren ver un holograma.

-Es muy interesante lo que decís sobre todo en este mundo inundado por las pantallas… 
-Vos sabés que Bob Dylan, Johnny Mason y otros actúan todo el tiempo. Bob Dylan y su Tour, The Never Ending Tour – La Gira Interminable, esto influyó en la Suicide Tour – Suicidio Tour… Quiero contarte algo… el otro día vi en el Canal 8 una película con Robin Williams, él quería tanto hablar con las personas que no le creían, nadie le creía…

-Para mí también el escenario es un lugar de importancia…
-Es el único lugar en donde no hay censura. Actué frente a Lior Schleien en Gav Ha’Uma, las noticias del Canal 2, y las cosas muy importantes que dije me las cortaron.

- Seguramente lo sabés pero tu obra trasciende las fronteras de Israel, han guiado y marcado a muchas generaciones. ¿Qué se siente ser autor de “clásicos” sin fecha de vencimiento?
-En el Renacimiento en Italia, hubo algunas personas como Miguel Ángel que pintaron sobre los techos. Miguel Ángel pintó la Capilla Sixtina y de allí en más a lo mejor tenía que leer un libro torcido así (se muestra cabeza arriba).

-Es por ello que tampoco Miguel Ángel se pudo enrolar en el ejército…
-(Risas)… En los años setenta, no solo aquí, sino también en el mundo, a mi entender, también en los Estados Unidos hubo un renacimiento. Esterenacimiento al cual me refiero fue gestado fue que hubo jóvenes que se hartaron. Se hartaron de Vietnam, de todo eso. ; Nosotros como sociedad vamos un poco atrás de Estado Unidos, un poco, esto es posible… En este renacimiento en Israel, duró a lo mejor cuatro o  cinco años. Desde 1975hasta 1979-1980. Este renacimiento se apropió de los programas de occidente. The Beatles y todos ellos. Se cansaron de los líderes. Por cinco años esto fue así para ellos. Los sueños elevados. Arik Einstein, Shalom Hanoch, Yehonathan Geffen, Yitzhak Klapter, Hanoch Levin, Nisim Aloni, ese fue el renacimiento. El renacimiento no lo podés borrar. Luego de que saliera en los diarios Lieberman (nota del editor: Avigdor Lieberman) en donde dijo que boicotea mis canciones en Gaalei Tzahal (nota del editor: Radio del Ejército). Ordenó a Galei Tzahal que no pasen más mis canciones. Tu amigo Avigdor Lieberman.

-¿Mi amigo?, tú amigo… él no te manda flores… (haciendo alusión a un relato en off, en donde contó antes de iniciar la entrevista que unos días antes recibió en su casa un ramo de flores con un mensaje de condolencias por el fallecimiento de Yehonathan Geffen, a modo de mensaje mafioso, por parte un ex diputado israelí de derecha)
-(Risas) A veces…

-¿Qué lugar ocupa para vos HaKeves HaShisha Asar – La Oveja Dieciséis?
-El lugar que ocupa… es el de un libro que escribí que se llama “Poesías que Anat ama especialmente”. Entonces mi editor, Moishele, me dijo:“Escribí otro libro”, y yo le dije: “Yo trabajo”. En esos tiempos trabajaba en diarios y afines. Él me dijo: “Te mando una semana a París”. Y me mandó una semana a París. Me hospedé en un hotel de prostitutas. ¡De verdad! Un día bajé al bar y vi un hombre que estaba todo, todo vestido de verde. ¡De verdad! Las manos verdes, la cabeza verde y el mozo lo echó. Y yo le pregunté al mozo: “¿Por qué lo echan a este hombre? ¿Porque es verde?”Inmediatamente subí a mi habitación y en cinco días escribí todo el álbum, Ha Ialdá Aji Iafa – La chica más linda… todo el álbum.

-Entonces todo comenzó con el hombre verde…
-Así es, vi que él estaba triste y el mozo lo echa. ¿Por qué? ¿Porque es verde? Excusez-moi monsieur – Disculpe señor…

-Si hacemos un recorrido por toda tu producción y tendrías que elegir tres obras, ¿con cuáles te quedarías y por qué?
-Todo el tiempo me preguntan, por lo menos en todas las entrevistas que he tenido hasta ahora: “¿cuál es la cosa más importante que hiciste en tu vida?”. Y son dos cosas. Lo primero es hacia los chicos. Le doy a los chicos el poder de sentirse que ellos son iguales a mí, incluso pueden estar tristes y nerviosos. La segunda cosa es lo que yo llamo la Tfilá, Plegaria. Todos los tipos de canciones y poesías. ¿Cuándo comenzaron con la Tfilá? Antes de que existan las canciones y poesías, la gente rezó. Ahora, de vez en cuando, a veces, yo escribo una canción o poesía que es una Tfilá.Como ser, Makom LiDehaga, Un Lugar para Preocuparse, HaNasij Hakatan, El Principito, Shir Bein Arbaim, Canción de Medianoche, que interpreta Shlomo Idov. De vez en cuando son plegarias. Y esta plegarias llegan a Di-s o lo que sea. De vez en cuando compongo una canción o poesía que es una Tfilá.

-Así es, cuando la gente las canta con devoción como ser HaNasij Hakatan…
-Pienso que Leonard Cohen comprendió eso. Toda canción de él puede ser una plegaria.

-En el disco Klaf de David Broza que salió durante la Guerra del Líbano, apareció una canción muy triste como Gluia LeRosh HaShana MiShosh HaMitabedet, Postal de Rosh Hashana de Shosh, la suicida. ¿Cómo se pasa de escribir una obra infantil como Hakeves Hashisha Asar a escribir algo tan difícil y denso? ¿En qué contexto escribiste esta canción?
-En ese entonces estaba en la cabeza de Tom Waits, el músico americano, que era muy, muy contundente. Cuando él, por ejemplo se presentaba en un Bar totalmente borracho, leía textos muy extraños. De repente cuando ví ese texto, por ejemplo Hey, Gingi Ani Ve Heraión, Hey, Colo, estoy embarazada…, pero eso no importa, un poeta no tiene por qué pegarse a un género. Un poeta puede explorar y comprometerse con diversos géneros.

-¿Cuándo sentís que pasaste de tener un registro de escritura de canciones de lo colectivo a historias más íntimas y personales?
-Cuando escribís una columna en el diario tenés que llegar a mucha, mucha gente. Maariv era entonces un diario muy, muy grande. Las cosas que yo escribí tenían que llegar a muchas personas, principalmente a los jóvenes. Entonces me dije: “Si yo soy provocativo, me van a odiar,  y ahora no tengo fuerza para lidiar con eso”.

-Entiendo, mi pregunta está orientada a entender cuál fué el momento en que pasaste de escribir canciones como Ihie tov (Estará bien), que tiene un registro colectivo a a la que mencionamos antes Gluia LeRosh HaShana MiShosh HaMitabedet cuyo registro es más personal e intimista.
-Pienso que el poeta no sabe de dónde viene. De repente puedes encontrar una poesía luego de una noche sexo. Escribís una canción y se la mostrás, como fue el caso de la canción que escribí Kaja At Ratzit Oti, Así Me Quisiste, de Tamuz, canciones como esa, y Pajot Aval Koev, Menos, pero duele, de Yehuda Poliker. Pero muchas veces hay poesías que vienen de repente, no sé…

-Te pregunto ¿si vos cambiaste o el país cambió?
-Tanto en forma personal, como sujeto, y en lo colectivo pienso que yo no cambié, pero el país si cambió.

-En esa época actuabas con un amigo que tenemos en común y gran baterista que se llama Daniel Leonardo Frenkel. Así era como te gustaba presentarlo en todos los lugares donde había soldados combatientes en la Guerra del Líbano…
-Éramos los soldados de los soldados.

-¿Te censuraron alguna vez y te impidieron actuar por ser opositor a la guerra?
-Por supuesto y estuve en la cárcel. La mayoría de nuestras presentaciones fueron en kibutzim y campamentos del ejército. Cuando llegábamos al campamento militar, me paraban. Danny Litani y la banda podían tocar y a mi no me daban autorización para actuar, para no empeorar las normas, como Sócrates.

-El año pasado el estado celebró sus setenta años y …
-¡Vamos todavía!

– … y también vos cumpliste 70  años, igualmente si no queres decir la edad, después editó la entrevista… pero te ves como alguien de cuarenta y pico como yo…
-¡Sos un niño!

– … ¿Considerás que el estado ya es adulto o sigue siendo adolescente? ¿Y vos?
-Pienso que soy un joven eterno, soy un niño… ¿sabés por qué? Porque todo el tiempo me hago preguntas. Lo que une a la izquierda no son los hechos, sino la duda. Cuando escribía en el diario Haaretz, algunas veces, ellos no entendieron que yo escribo las dudas, no como Gideon Levy y todos que dicen: “Yo sé los árabes son así… la pena de muerte…”. Las personas saben que no hay negro y blanco, a veces hay grises. Y gris es como se dice en inglés: “Gray is the grafitti of Go-d, El gris es el grafitti de Di-s”. Las personas no comprenden. Hablé con Shira (su hija) y Etgar (Keret, su yerno) y ellos son tan efervescentes y van a la plaza (nota del editor: a manifestarse) y les dije: “Nadie los escucha a ustedes”.

-¿Y pensás que el Estado es infantil, adolescente o adulto?
-Infantil, como en una máquina del tiempo que va para atrás y no para adelante. Siempre en la historia de Israel hay un movimiento que se llamaKadima, Adelante. Tomá por ejemplo Ben Gurión, después de él Begin, después de él, por supuesto, Rabin, de atrás para adelante: Kadima. Adelante, desde entonces la regresión. Desde Shamir con sus bigotes, hubo una regresión, de que los gentiles nos quiere matar a nosotros, la c… de su madre… (nota del editor: censura del editor!)

-Hablemos un poco de la canción “Iajol Lihiot SheZe Nigmar, Puede ser que aquello terminó” ¿Te acordás en qué año la escribiste y quéla inspiró?
-Escucha. Estaba sentado con Shem Tov Levy, mi amigo, estaba la melodía antes, él la tocaba (tararea la melodía). De repente me vino decir:“Haia Po Sameaj Lifnei She Noladti, Dicen que aquí era alegre antes que naciera”. Vamos a hablar sobre Arik (Nota del editor: Einstein, intérprete de la canción). Arik fue muy miedoso con esta canción. Arik no quería quedar signado como un cantante político. “Esto no es político, es sobre el país ¿qué te pasa?”, le dije Arik. “Esto no es…”, decimos todos dentro de la mitología israelí. Buscamos este punto de que era genial. ¿Cuándo fue genial?

-¿Antes de que vos nacieras?
-(Risas) ¿Cuándo fue ese momento? Ese momento no existe en ningún país.

-Siempre pensé que vos eras el culpable, porque antes de que nacieras este país era alegre y genial.
-(Risas).

-En la canción anterior derribás algunos de los mitos sionistas fundantes del Estado, pero luego en un escrito que hiciste hace poco tiempo (que, de hecho, fue muy polémico) te referís a Ahed Tamimi comparándola con tres míticas heroínas: Juana de Arco, Hannah Szenes y Ana Frank. ¿Por qué en este caso si apelaste al mito?
-Yo no me meto con la imagen de Ana Frank. Ana Frank es la Shoá. La Shoá es algo que está prohibido tocar. Ahed Tamimi, con quien hablé, también lo hice con su padre y madre, hizo una cosa genial, le dió una bofetada a un soldado israelí. Ahora mirá algo, no te asustes… (me pega una bofetada suave): veinte meses en prisión. ¿Te hice daño, Enrique? Entonces comprendés y ves que poco a poco esto es lo que la mandó al cautiverio. Tendrían que haberla encarcelado la misma cantidad de tiempo que a Gueulá Cohen y Sara Aroni, que combatieron durante el Mandato Británico. Yo quise que los judíos supieran que también los palestinos tienen símbolos. Ana Frank es un símbolo y Hannah Szenes es un símbolo. Es decir, está permitido a un pueblo suprimido como este que tenga símbolos.

-En la sensibilidad israelí, por las reacciones que tuvieron lo pude notar, pensaron que igualabas a Ahed Tamimi con Ana Frank y que indirectamente eso nos iguala a con los nazis. Me imagino, por lo que entendí de tu respuesta, que lo que quisiste decir es que, como nosotros tenemos símbolos, también ellos tienen símbolos. Y lo peor de todo es que nosotros construimos estos símbolos como en este caso.
-Pobrecito, todos los soldados salen con esos cascos a dónde van y uno recibió un bofetazo. ¿Qué dijeron los medios? Que el soldado respondió con cortesía. Podría haberla matado… ¡Muchas gracias que no la mataste hermano! Esto nos pone en el lugar de m… (nota del editor: censura del editor!)

-¿Cómo ves a la denuncia, a la crítica y la toma de conciencia que apela gran parte de tu obra? ¿Como tu trabajo, tu responsabilidad social o una forma de ver y vivir la vida?
-Yo digo que para que exista el mal en el mundo necesitás que todos se callen. Si todos se callan, ¿vos comprendés?… No, otra vez… Para que exista el mal en el mundo, vos querés que alguien grite lo suficiente para que todos callen. Aún el que gritó, también ellos callarán. De repente, cuando está mi voz, y yo no me callo, tienen un miedo moral. Porque el silencio es el padre de la basura, ¿comprendés? Y si todos callan, ¿vos pensás que sabés lo que pasa en los territorios? Vos no sabés. ¿Vos sabés lo que hacen los colonos en los bosques de olivos? Vos no sabés. Me acercaron materiales muy sensibles al respecto, vos sabés… Pero en el momento que alguien grita, basta eso para que todos callen, ¿comprendés?…

-¿Te sentís libre para opinar hoy en la sociedad israelí? ¿Creés que hay un deterioro en la libertad de expresión?
-Pienso que en estos diarios en los cuales escribo en la actualidad, como por ejemplo en Maariv hace más de un año o en Haaretz hace dos años, me gusta escribir en ellos por lo general. Pero si pienso que con eso que me voy a arreglar, quizás logre doscientos amigos o seguidores. ¿Sabés quién me sigue? Lieberman me sigue.

-Viste… en algún lugar es amigo tuyo…
-Así es.

-Hay una canción que también se convirtió en un símbolo y que canta David Broza y es “Ihie tov”. ¿Seguís siendo optimista y pensás que todo va a estar mejor?
-Pienso, y se lo dije a David, que no hay que cantarla más.

-Se le atribuye al Che Guevara una frase que en realidad es del poeta chileno Pablo Neruda que dice: “Podrán cortar todas las flores pero no podrán marchitar la primavera” ¿Qué es para vos la primavera?
-Ante todo el Che Guevara es un asesino loco. Él asesinó personas de su pueblo desde cerca, a corta distancia. Ahora, también hizo mal en acceder a fotografiarse cuando combatía o simulando como si lo hacía.

-Bueno, era fotogénico…
-¿Cuándo pasó eso? Pienso que el Che Guevara, en verdad, con Fidel Castro son dos demagogos. No hay ninguna fe en lo que decían, en lo que ellos dijeron, pese a que yo me embandero, por supuesto, en el socialismo, incluso hasta en el comunismo. También el Che y también Fidel fueron dos prepotentes terroristas. ¿Sabés a cuántas personas el Che Guevara mató?

-Volviendo a la pregunta inicial, ¿Qué es para vos la primavera (Aviv)?
-¿Aviv Geffen?  (Nota del editor: nombre de su hijo)

-Interpretalo como quieras… prometo no analizarlo… Bueno te doy una ayuda, que es para vos Aviv, Primavera y la poesía, Shira  (Nota del editor: nombre de su hija)
-Cuando de repente tenés hijos y luego nietos, vos entendés que trajiste a este mundo, a este mundo de mierda, trajiste un ser humano y tenés la obligación de cuidarlo fuertemente y preservarlo. Porque vos lo trajiste al mundo, sin que ellos pudieran elegir no haber llegado…

-¿Y tus nietos? ¿Qué les deseás de cara al futuro?
-Que no estén aquí. Shira y Etgar (Nota del editor: su yerno) están en París, ¿sabías? Verdaderamente es que todos estemos dispersos por el mundo. ¿Por qué tengo que escuchar qué pasó en Gaza? ¿Comprendés? Pero es un sueño que no se puede realizar. Es un tema… estuve en NuevaYork, cuatro años, en Washington, y quise realmente ser americano, tenía ojos azules, era rubio, pero no podía hablar en el idioma de los americanos. Era un israelí para ellos.

-¿Creés que la palabra, el decir, el escribir tiene algún límite?
-No.

-Tuviste muchos socios musicales en tu carrera, Itzjak Klepter, Shem Tov Levy, David Broza, Dany Litani, Yael Levi, ¿sentís que con alguno funcionaste mejor? ¿Te quedó pendiente trabajar con alguien?
– Todos ellos son grandes amigos y mis amigos hasta hoy en día. Como se dice, al primer amor nunca te lo olvidás… Todos estos afectos fueron y son personas que quise.

-¿Pensaste alguna vez intervenir directamente en política?
-No, pese a que me lo propusieron.

-Decime algún disco, libro o película que te haya impactado últimamente.
-Wild, Wild Country en Netflix. Se trata de cómo una secta se quiere instalar en América, vi que nada bueno ocurre en América…

-¿Qué pregunta te harías que yo no te hice?
-Hay algo que hablamos antes de comenzar la entrevista. Hay una pregunta, una pequeña pregunta, que te dije que me gustaría que me hagas y te olvidaste. Es sobre los artistas y el dinero.

-Bueno, la hago ahora… ¿Cuál es tu vínculo con el arte y el dinero?
-No, no, no es vinculado a mi. En este país hay artistas hambrientos que necesitan el pan, como ser Shlomo Idov, Shem Tov Levy, Itzjak Klepter, etc… Ahora, la primera cosa es que el Estado no apoya a los artistas que han brindado lo mejor de sí en pro de la cultura. Si yo viajara a América, y estuve unas cuantas veces allí, ellos no extrañan a las personas israelíes, esté o no esté. Pero yo digo, que si un país que no recuerda su historia, la historia tampoco lo recordará. Los compañeros poetas, escritores, etc… todos están hambrientos de pan.

-Yehonathan realmente muchas gracias, un placer poder compartir esta hermosa noche y cena contigo y poder conversar tan profundamente.
-Muchas gracias a vos, un placer. Es hora de volver a mi casa.

Publicado en Nueva Sión: http://www.nuevasion.com.ar/archivos/27519

El atentando que dió vida a la muerte

El atentado que dio vida a la muerte, por Janan Nudel*
* Carta de Janán Nudel a Leonardo Senkman docente de la Universidad Hebrea de Jerusalem, en octubre de 1994.

Pasaron tres meses desde el episodio que nos conmueve hasta hoy.

Escuchar los progresos que árabes e israelíes lograban en el proceso de paz nos confortaba, y escuchar las dificultades que ambos interponían nos preocupaba.

En otro escenario ambas delegaciones en una gran carpa avanzaban en la negociación a punto de firmar el final del estado de guerra entre Israel y Jordania.

Como una expresión de deseo o desde un planteo realista estábamos convencidos de que la paz sería firmada y el proceso irreversible.

El resto se resolvería con los tiempos: los recuerdos, el odio, el miedo, lo creíble y lo no creíble, las certezas de nuevos atentados, el darles todo a cambio de nada, o como decían los palestinos: el no tener nada para darnos porque les habíamos quitado todo.

En una Israel floreciente, -que alarmó a más de una de las comunidades judías planteándose si debía seguir aportando a un hermano que ya no era pobre- nosotros, contentos y sonrientes pensando en una paz posible, nos enteramos de que los fundamentalistas habían estado tan adentro que estallaron nuestra esencialidad, la AMIA. En el atentado que la destruyó ella cobró vida.

La bomba explotó en mi cabeza en el nombre de las víctimas. Imaginaba a los familiares buscando a los suyos. Los amigos buscando a sus amigos. Los compañeros buscando compañeros. Jóvenes, mayores, judíos y no judíos buscando cuerpos.

Imágenes acompañadas de gemidos, de llantos, de gritos o de silencios. El horror del silencio. Una pregunta que ya no tendrá respuesta y una caricia que ya no tendrá reciprocidad.

Manos, voces y otros silencios que escuchaban dolores. Preguntas sin destinatario: ¿Por qué? ¿Qué hicimos?

Un nuevo escenario recorría la televisión israelí. Estábamos en Israel, lejos de la bomba, en un encuentro por la paz.

Me sorprendí al no poder reconocer el lugar. ¡Tanta era la destrucción!

Trabajé en AMIA más de doce años. Parte de esos años los habíamos compartido; vos en Cultura y yo en Juventud. Fue la época de las tnuot, de los jativot, de los centros juveniles, de los grupos universitarios. Yo circulaba por todos los lugares donde había juventud, mientras vos armabas antologías de pensadores judíos. Teníamos ideales.

No podemos perderlos. Nos perdemos en el acto de perderlos. Sin ideales no tiene sentido que sigamos siendo un pueblo.

Nos desencuentra en el presente, nos desarma el futuro y nos estaciona en el pasado.

Fuiste vos Leo, el que nos pidió que nos quedásemos después de la clase porque tenías algo importante para decirnos.

Cuando le pusiste palabras, nos sumimos en un estupor que nos impulsó a comunicarnos con Buenos Aires. Todos contaban el dolor, la destrucción y la angustia, pero cada uno escuchó la voz del que
esperaba.

Pendientes de las listas, hablábamos entre nosotros; las clases siguieron y el tema de AMIA apareció en todos ellas.

Un judaísmo adormecido en mí, resurgió virulento, obligándome a volver para participar. No sabía cómo, pero debía estar.

El ¿si no yo?, ¿quién? me volvía como una sentencia.

Estábamos en Israel. Nuestro compromiso era saber sobre la paz.

¿Por qué tuve necesidad de volver para ayudar, cuando otros podían hacerlo?

Entendí que mi presunta solidaridad intentaba apropiarse del dolor de las víctimas. Yo no era una víctima. Estaba en otro lugar.

Pude haber estado allí; pero lo real es que no estaba y por lo tanto no era ni una víctima ni un sobreviviente.

Una solidaridad que intenta apropiarse del dolor de las víctimas, es otro atentado. La solidaridad acompaña el dolor, no se apropia de él.

Tanta desgracia que vivimos como pueblo nos marcó la posición de haber muerto, de no haber muerto y la angustia de habernos salvado.

¡Que caótico! angustiarse por haberse salvado, y convencerse de que la solidaridad está en ser una víctima más.

Mi vuelta me convertiría un poco en víctima, ya que había desplegado lo peor de mí: el martirio.

No habíamos hecho nada. Nadie había hecho nada. Qué fácil resultó para los fundamentalistas hacer la gloria, mientras nosotros no habíamos hecho nada.

Se necesitaba tan sólo santificar la muerte, para hacer la gloria y se necesitaba tan sólo no recordar el santificar la vida, para no haber hecho nada.

Toda nuestra educación se sostiene sobre el no olvidar pero no se ocupa de recordar. Olvidamos lo que tenemos que recordar y recordamos lo que tenemos que olvidar.

Leo: me parece que nuestro “no olvidar” está hecho para la venganza, en tanto que el recordar permite que la historia no se repita. El no olvidar sostiene la resignación y el recordar sostiene la vida.

¿No te parece que es distinto recordar nuestras raíces, que no olvidarlas?

Recordar es un proyecto de amor, no olvidar es perpetuar una venganza.

Nuestra educación judía deshace lo judío de nuestra educación.

Mientras nuestra misión sea no olvidar en lugar de recordar, seremos todos víctimas como testimonio viviente de nuestro deseo de vengarnos.

No éramos una comunidad antes del atentado, intentamos serlo durante el atentado y volvimos a no ser a sólo tres meses del atentado.

No olvidar es la guerra permanente, recordar hace posible la paz.

Si Israel es un Estado Judío para no olvidar lo que nos hicieron, viviremos no olvidando lo que nos hacen.

Si se creó para recordar lo que no pudimos hacer por no tenerla, vamos a valorar lo que hacemos.
Toda mi infancia transcurrió esperando noticias de Europa.

Éramos una típica familia judía polaca de los que unos pocos habían salido de Polonia y muchos otros se quedaron. Todos los que se quedaron murieron. Mis padres, familiares, y los amigos de mis padres se convirtieron en sobrevivientes.

Para mi mamá, hasta que vivió en Israel, la felicidad estaba prohibida.

No olvidaba una pregunta de su madre, con la que me transmitió todo el peso del desarraigo: ¿y quién te va a tapar cuando ya no estés aquí?

Recordar a la madre sería haberle contestado: Yo. No olvidarla, fue vivir destapada.

Están los que murieron y los que estamos vivos. Porque los que sobrevivieron dejaron de ser sobrevivientes en el acto mismo de haber sobrevivido.

Sobrevivir no es una condición para vivir la vida, es una condición para no vivirla.

Aprender a vivir debe ser el trabajo de todo sobreviviente, y el nuestro acompañarlo.

El orgullo de haber seriado lo que sucedió en AMIA con el holocausto me parece aterrador.
El Holocausto ocurrió porque no teníamos a Israel, el atentado en la Embajada y luego en AMIA, se dieron porque sí lo teníamos.

El Holocausto ocurrió porque no teníamos destino, el atentado en la Embajada y luego en AMIA se dieron porque sí lo tenemos.

Seriar los atentados con el Holocausto es desconocer que el conflicto en Medio Oriente nos involucra.

Convertirnos en un pueblo de víctimas nos permite desconocer a la víctima y nos lleva a desplegar lo peor y no lo mejor de cada uno.

¿Te imaginas de lo que cada uno es capaz de hacer en el esfuerzo por considerarse una víctima?

¿Pensaste en lo despótico que puede tornarse un líder para sentirse además una víctima?

Utilizar la muerte como emblema es fundamentalista; ese es nuestro enemigo real, y sin quererlo, un profundo fundamentalismo va horadando cincuenta años de historia desde el nefasto nazismo hasta
hoy, cuando tenemos un país floreciente y podemos disfrutar de una posible elección.

Es obvio que todas las vidas tienen situaciones inherentes a su elección y que es necesario vivir resolviendo.

No es nuevo el intento de obligarnos a compartir ideas, emociones, desgracias y pocas veces las cosas buenas de la vida.

Desde que todos somos sionistas, solidarios, comunitarios, víctimas, sobrevivientes, terminamos sin saber quiénes somos.

Esa enfermedad de convertirnos en víctimas o en sobrevivientes, favorece la impunidad. En nombre de ser sobreviviente cada uno puede oscilar entre la resignación y el despotismo.

Si la solidaridad como experiencia cotidiana no se da en nuestra vida comunitaria, aunque afuera se piense lo contrario, durará exactamente lo que dure el impacto emocional del atentado.

Lejos de unirnos, el atentado profundizará las diferencias.

El que cree que el dinero le da seguridad, buscará cómo hacer más dinero; el que se aleja, terminará de alejarse; el déspota se volverá más despótico; el que busca jerarquía comunitaria para prestigiarse utilizará el atentado para la gloria. El que obstaculizó el crecimiento ahora lo impedirá y el que tuvo miedo de decir, se auto censurará y censurará.

Pero los que siempre actuaron con sinceridad brindando lo mejor de sí, seguirán buscando nuevas opciones para el judaísmo.

El atentado no creará judíos diferentes. Tampoco no judíos diferentes.

Los que son solidarios, fueron solidarios también en AMIA y los que no lo fueron, pensarán que el problema no son los que pusieron la bomba sino la existencia misma de la AMIA.

Pero así como hay muchos no judíos que se plantean lo ocurrido como un golpe que los judíos infligieron a la Argentina, muchos judíos consideran que sufrimos una consecuencia no merecida, de un conflicto de Medio Oriente que se trasladó a Buenos Aires.

¿Se te ocurrió alguna vez, viviendo en Israel que todos los israelíes son sobrevivientes cuando pasan por una experiencia tan dura como el ejército, expuestos a atentados, con víctimas y con guerras
permanentes?. Tal vez sea así, pero no lo puedo imaginar.

Nosotros aun debemos resolver si somos la generación del Holocausto y por lo tanto sobrevivientes, o la generación de la creación del Estado y por lo tanto vivientes, que tenemos víctimas, pero que no somos todos víctimas.

Una vez destruyeron parte de mi casa; sufrí mucho. Pasado un tiempo intenté reconstruirla tal como era y mientras lo hacía, descubrí que yo ya era otro. No la reconstruí, hice algo nuevo.

Y si ahora, en lugar de reconstruir la AMIA ¿la reconstruimos?

Un lugar donde podamos ir, en lugar de otro al que estemos obligados a concurrir. La AMIA de los vivientes; ni el monumento de las víctimas ni la casa de los sobrevivientes, que no excluye un espacio para el recuerdo de las víctimas.

En cuanto a mí en particular, te digo que frente a la muerte de seres queridos uno siempre está solo.

No porque no esté acompañado, sino porque se pone en contacto con lo que no depende de uno además del vacío que sólo la persona querida podía llenar.

A la soledad uno puede acompañarla, al estar solo de aquel que amamos, no.

Y me parece que apropiarse del dolor de los familiares de las víctimas, es deshacer al que sufre de verdad en nombre de ellos.

Somos vivientes con el derecho a reclamar justicia por los muertos y por los que estamos vivos.

Este es el momento de ser firmes sin agregar esta desgracia como una más de la serie. Es otro atentado desconocer que entre el Holocausto y el atentado en AMIA y antes en la Embajada, se creó el Estado de Israel, se crearon instituciones, y aprendimos a ser felices además de haber tenido la libertad de elegir dónde vivir.

Quizás también es el momento de ingresar a la interioridad, saber qué le pasó a cada uno; a qué se comprometió durante los hechos y qué quedó vivo de ese compromiso.

No soy ingenuo como para creer que el atentado inventa nada; puso al descubierto una duda con la que aprendimos a convivir; no saber si quedamos involucrados en un conflicto que nos pertenece o nos involucraron en algo que no tenía que ver con nosotros.

Me parece que es la pregunta que todo judío debe contestarse.

Es probable que nuestros líderes no estuvieran a la altura de las circunstancias. Sin ser jueces, sino simplemente judíos ¿es posible estar a la altura de las circunstancias?

No lo creo. Lo que sí creo es que nuestros líderes no estuvieron a la altura de ninguna circunstancia, sino a su propia altura; la circunstancia es sólo coyuntural. Están solos. Nadie los autoriza y nadie los
desautoriza. Un dirigente convierte a otro dirigente en su objeto, y en ese vínculo, ambos evitan a los que representan.

También creo que quedaron al descubierto muchas verdades y muchas mentiras. ¿Con qué mentiras destruimos nuestras vidas creyendo que nos salvarían?

No es una pregunta que te hago, es una pregunta que me hago.

Me gustaría que también los demás se la formulen.

¿No es otra mentira suponer que el fundamentalismo árabe nos creó el miedo, cuando sólo lo puso al descubierto? No es posible una vida sin miedo pero es posible no hacer del miedo la vida.

Nos instalamos en un lugar de seguridad, pero ¿de dónde provenía esa seguridad? ¿de nosotros o de Israel?

Dos atentados sucesivos nos obliga a repensar nuestra relación con Israel; la vigencia o no vigencia del sionismo, el reflexionar con sinceridad hacia dónde vamos. El atentado no nos dará ninguna
dirección. Es posible que lo que puso al descubierto, nos obligue a pensar.

Soy un hombre de fe. Estoy del lado de los oprimidos, y nuestra condición es de oprimidos, aunque muchos discursos sobre la integración soslayen esa condición.

Aquellos que usaron estos nuevos escenarios para volverse más opresores, más déspotas, más víctimas o más famosos, son mis enemigos; sean judíos, no judíos o ciudadanos del mundo.

Es la vida la que sostiene mi liderazgo.

Recuperar el ideal, la alegría, ver al otro como un otro de uno, considerarnos vivientes, judíos que creen y crean con palabras y con hechos, sufrir cuando haya que sufrir, y no sufrir para que a uno se
lo reconozca como parte de un pueblo en el que él no se reconoce.

Es el fundamentalismo de adentro y de afuera nuestro enemigo, sean sus portadores judíos, no judíos o ciudadanos del mundo.

Quiero despedirme de vos, con la conciencia que me sostiene, y que me acompañó en nuestra amistad desde la época en que yo circulaba por todos los lugares donde había juventud y vos preparabas antologías sobre pensadores judíos, o muchos años antes cuando en una pieza de hotel descubrimos que teníamos algo en común hablando de Kafka, o hace días en un café conversando sobre nosotros: la conciencia de que nuestro pasado no tiene futuro, pero nuestra vida sí; tenemos que elegir entre nuestro pasado y nuestra vida.