La ausencia de lo obvio


Cierto día lo obvio se sintió más obvio que de costumbre.

Fue en ese momento que decidió no verse tan obvio, y se dispuso a probar la ausencia para dejar de sentirse tan obvio frente a los ojos de todos.

Quería saber si para la gente la ausencia de lo obvio modificaba en algo sus vidas.

Dudo al principio de si era correcta su decisión; temió que nadie se diera cuenta de su ausencia, por lo cual temía ser confundido con innecesario.

El era obvio que no significa innecesario; pero no estaba seguro que los demás comprendieran la diferencia.

Temió que lo olvidaran, ya que de hecho muy pocos lo recordaban.

Ocurrió lo que temía: que por ser simplemente obvio lo olvidaron, ya que siempre había cosas más importantes que lo obvio como para tenerlo en cuenta.

Dolido por sentirse innecesario y olvidado, lo obvio decidió cambiar de estrategia y resolvió corporizarse en naturaleza, para ver si por ese medio alguien se acordaría de lo obvio.

Se convirtió en sol y lo hizo desaparecer.

Era tan obvio que el sol saliera todos los días, que nadie se preocupó pensando que ese era un día nublado. Pero el sol nunca mas apareció.

Se trocó en luna y la hizo desaparecer.

Era tan obvio que la luna iluminara el cielo, que algunos pensaron que esa noche había luna nueva. Pero la luna nunca más se asomo.

Entonces decidió tornarse en oxigeno y lo hizo desaparecer.

Era tan obvio encontrar el oxigeno en la atmósfera que nadie se preocupo por su posible ausencia. Y ocurrió lo obvio: ningún ser viviente respiro.

Enrique M. Grinberg

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