Las tizas blancas se mancharon con sangre




Catarsis de un docente

Es difícil empezar a escribir sin tener claro lo que pasa, o peor aún, lo que me pasa. En cada momento de mi vida, el dolor, la tristeza, la bronca y el miedo han sido motores que transformaron esos sentimientos negativos en una fuerza creativa de magnitudes incalculables. Sin embargo, ahora todo es diferente. Diferentes son los sentimientos que invaden mi ser. Diferente es mi reacción. Estoy paralizado, duro, inmóvil. Millones de interrogantes aquejan mi tan maltratada cabeza, pocas son las certezas y mi equilibrio mental está a punto de quebrarse.

Preocupado, camino. Miro a mí alrededor y encuentro fotos en las paredes que poco dicen de mí, he cambiado. El ruido de la televisión que recuerda una y otra vez la represión y el horror, me perturban aún más. En mi cómoda me encuentro con varios libros. Decido ir a buscarlos. Los libros que lideran la pila son sobre la vida de Moshé, la salida de Egipto y nuestra Hagadá. No me sorprende que estén desordenados y fuera de mi biblioteca, puesto que han sido utilizados recientemente en mi kitá, pensé mientras me acercaba a tomar la Hagadá. Hojeándola, encuentro la parábola de los “4 hijos”. Es ahí donde realmente encontré el verdadero significado de la docencia. Cual nene miedoso que se acurruca en la falda de su madre, me sentí atraído por el cálido abrazo de la tradición, del pueblo.
Esta parábola nos cuenta de la existencia de 4 tipos de hijos a los cuales se les debe explicar la historia de Pesaj, de manera diferente. El docente guía y acompaña, facilita; pero por sobre todas las cosas es el que debe generar interrogantes en los chicos, deseo de aprender, de investigar. Es por eso, que el paradigma del docente se centra en aquél hijo que no sabe preguntar.

¿Qué me asusta de esta historia? Hoy en día, el maestro no sabe responder. Esta es la verdadera causa de mi malestar, de mi miedo, de mi parálisis.
Estimados, cómo se responde al chico que quiere seguir tu ejemplo y dedicar su vida a otros, siendo docente.
Cómo se responde al adulto que confía en que la solución social es la educación.
Cómo se responde a los familiares, amigos, compañeros y alumnos de Carlos cuando pregunten que pasó; o peor aún cuando se les tenga que explicar por qué esta semana lectiva es diferente a todas las demás.
Cómo se responde al hijo de un docente que ve a su padre o madre angustiados por el atropello moral, psíquico y hasta económico que están viviendo sus padres.

Nuevamente estoy desesperado, atormentado, inquieto. Conozco la causa pero el camino a la solución es cada vez más difuso. Es inevitable que nuestras tizas blancas se hayan tenido por la sangre de la represión, la humillación y la exclusión social. Cómo seguir adelante? Cómo seguir escribiendo los pizarrones con tizas que desde hace un tiempo dejaron de escribir en blanco pureza para pasar a escribir la historia argentina en rojo sangre? Cómo seguir dedicándose a una profesión que nuestros propios gobernantes no valoran?

Una vez más busco el calor que sale de aquél libro que fue cerrado en un ataqué de ira. Páginas más adelante me encuentro con nuestra Keará, un elemento me llama poderosamente la atención. Es notable la actualidad que tiene la Beitzá, el huevo. Nuevamente, la historia de nuestra liberación, nos enseña que cuanto más seamos maltratados, más duros nos ponemos (al igual que al cocinar un huevo).
El color vuelve a mi cara, el aliento a mi boca y mi sangre se calienta, casi hierve. Han tocado a lo más preciado del pueblo que es la educación y fue ahí dónde se equivocaron…
No dejaremos pizarrón sin escribir,
No dejaremos aulas sin chicos,
No dejaremos que nuevamente las tizas se manchen,
No dejaremos que nos humillen nuevamente.

Si señores, dice “nos humillen” y no “los humillen a los profesores de Neuquén y Salta” puesto que creemos en la unidad de los docentes, la educación es una y así nos comportamos nosotros. Volviendo a nuestra Hagadá, nos dice que tenemos que celebrar la libertad pero siendo concientes del sufrimiento que vivieron nuestros antepasados como si nosotros mismos hubiésemos salido de Egipto.

Es por eso, que hoy recordamos a Carlos y a cada uno de los docentes reprimidos y oprimidos como si nosotros mismos hubiésemos sufrido aquel brutal golpe.

Esta semana efectivamente es diferente a todas las demás. Lamentablemente no porque comamos Matzá en vez de Jametz, o porque comamos Maror en vez de cualquier tipo de verdura, o porque nunca mojamos las verduras en agua salada y esta vez la mojamos dos veces, o porque esta semana elegimos comer reclinados. Esta semana es diferente porque el pueblo ha sido maltratado, golpeado, lastimado, herido pero no derrotado. Esta semana, más que nunca, reafirmo mi vocación de docente y nada ni nadie podrá lograr que desista de mi deseo de educar, de alfabetizar a los chicos para que ellos mismos decidan su futuro; y no ser cómplice del plan de “algunos” de generar masas incultas fácilmente dominables. Esta semana, más que nunca, me solidarizo con cada docente que viva en peores circunstancias que yo y reitero el compromiso social con la educación y cada uno de sus actores.



Diego Ariel Gladstein

No hay comentarios: