Nino Falzetti: Semblanza de un héroe de la opera y de la vida

Hace tan solo unas pocas semanas nos dejó el afamado tenor Nino Falzetti quien más allá de desarrollar
una extraordinaria carrera artística que queda inscripta en los registros históricos de la opera Argentina nos lega el ejemplo de una vida signada por el heroísmo, el compromiso, la lucha por sus valores, la justicia y la libertad.

Para aquellos aficionados a la opera su nombre se lo asocia directamente al Teatro Colón donde se desempeñó como cantante lírico entre la década del ´50 y finales de los ´80 siendo unos de los
cantantes que más roles interpretó en dicha sala, él ha estado presente en todas las temporadas leal a su arte y a su teatro.

Recorrió también con la lírica diversas salas de todo el país, Brasil, Chile, Estados Unidos, Uruguay, Venezuela, Austria y otros. Entre sus roles hay mucho que dejaron un sello indeleble de su actuación como ser el de los cuatro servidores de Les contes de Hoffmann donde no solo mostró su versatilidad vocal y musical sino también su destreza física y acrobática, las cuales entrenó rigurosamente en el jardín de su casa
durante meses.

Nino nació en la región de Marche en Italia. Su padre por motivos políticos tuvo que exiliarse en Francia, tiempo después llegó allí el resto de su familia para instalarse en la zona de Alsacia y Lorena.

Se crió y educó como francés, adquirió un idioma elevado y exquisito que se puede atribuir al orgullo nacional y la preservación de la pureza de dicha lengua en esa región.

A los 16 años de edad retornó a su ciudad natal, allí era apodado cariñosamente “el franchute”, llego casi sin
hablar palabra en Italiano por lo cual tuvo que emprender el estudio de dicho idioma el cual, por supuesto, domino a la perfección como el francés. Como muchos italianos se dedicó al estudio de la música y
sus primeros pasos musicales los dio en la Iglesia local donde interpretó el rol de Jesús el Nazareno ya destacándose por su histrionismo.

Así fue ganando poco a poco el respeto de su pueblo y el público en general. Además de destacarse en el arte lírico Nino era un estudiante ejemplar curioso por naturaleza y con espíritu de aventura e investigador. Curso un año de estudios de la carrera de filosofía en Italia y de hecho de allí que se ganó también el mote del filosofo del canto ya que muchas veces discutía cuestiones interpretativas de texto con varios directores en las puestas escenografías y caracterización de los roles.

Era un ferviente admirador del tenor Richard Tucker del quien siempre destacó su capacidad vocal, conducta y profesionalismo. Hasta aquí una historia como quizás tantas otras.

Llegué a Nino Falzetti por recomendación de mi maestra de repertorio a quien consulté por un maestro de técnica vocal. Me sugirió el nombre de Nino de quien había escuchado sobre su trayectoria y esmerada dedicación docente, y me aseguró que al ir en nombre de ella por lo menos obtendría una audición y una clase mensual ya que era un maestro muy requerido.

Llegué a su casa en la localidad de San Martín una hora antes de lo pactado y esperé en la puerta a que
se hiciera la hora. Para mí era muy importante ese encuentro con una personalidad de la talla de él y no quería correr ningún riesgo, por eso tomé la precaución de llegar con mucho tiempo de antelación.
Temblorosamente hice sonar el timbre, desde el fondo un jovial hombre mayor se acercaba con paso acelerado, nos presentamos y me hizo pasar a la sala, lugar en donde se encuentra el piano y
dictaba sus clases siempre mirando y cuidando al alumno.

Comencé contando quien era y a qué me dedicaba dirigiéndome a él como maestro. En la segunda oportunidad que le dije maestro me cortó raudamente y me dijo yo no me llamó “maestro”, soy Nino. Continuó haciendo uso de la palabra y me señaló un cuadro que estaba colgado en la pared lateral, en el mismo había un hombre joven con su mano apoyada en el cuello se un fino saco negro. con camisa blanca y moño negro. Me dijo ese soy yo de joven, me lo dedicó un artista plástico ruso, yo le pedí que no me pinte un moño pero el pintor replicó que un tenor como él debía llevarlo.

A Nino no le gustaban los moños, tampoco los honores, los homenajes, ni los títulos de maestro, en ese momento aprendí la primer lección que en su humildad y honestidad estaba la grandeza plena de su ser. La pared vestía muchos cuadros de artistas internacionales que con mucho afecto y admiración en diversos idiomas dedicaban a Nino los retratos.

Sobre el piano algunas fotos suyas caracterizado en algún rol, las fotos familiares, partituras y
volantes que dejaban los alumnos invitando a sus presentaciones.

Hablamos mucho, vocalizamos poco, le presenté un aria. Seguidamente y con mucho respeto y suavidad me dio una devolución, un diagnostico y comenzó a esbozar el camino que deberíamos recorrer para solucionar los problemas de la técnica. Ese mimo día me aceptó como su alumno, al principio me dijo que me daría clases de manera quincenal, pero unos pocos minutos después dijo usted es un desafío para mi, venga todas las semana, sábado a las 10 horas. Antes de irme me dijo lo siguiente “…entre un tano y un judío podemos hacer cosas muy interesantes…”, en ese momento no entendí aquellas palabras pero al poco tiempo iban a tomar sentido.

Salí muy emocionado y honrado por poder ser su alumno, más allá de su calidad como docente pude percibir el encuentro con un ser diferente, con un espíritu elevado y especial, alguien totalmente
generoso que en sus avanzados los 80 años estaba dispuesto a entregar su valioso tiempo para enseñar a cantar a otros. Es por ello que al finalizar cada clase y al despedirnos en el pórtico de su hogar siempre le agradecía fervientemente por la clase y su tiempo dedicado a mi.

El me contaba que muchos de sus alumnos se quejaban de que él hablaba mucho en sus clases, que contaba sobre su experiencia profesional, compartía su preocupación por la política nacional, mundial, y tantos otros temas que hemos abordado en ricas charlas, a esos alumnos, me dijo, yo les digo que no somos maquinas ni él de tocar el piano, enseñar y corregir, ni sus alumnos de vocalizar y cantar que había tiempos también para descansar y memorizar muscularmente, incorporar y aprehender los nuevos conocimientos.

De las múltiples charlas en sus clases aprendí que el secreto del canto no es solo cantar sino poderle dar un sentido al canto y a la vida y créanme que eso no solo se logra con escalas y vocalizaciones. El valor de la palabra en el más amplio sentido, sea escrita, dicha o cantada encierra lo que somos, es nuestra esencia y es lo que nos permite transmitir y comunicarnos.

En la segunda clase me preguntó se recordaba la frase con la cual se despidió el sábado anterior y le dije que si, que soy memorioso y tengo buena escucha, le conté que me había intrigado un poco la misma a
que se refería con que “…entre un tano y un judío podemos hacer cosas muy interesantes…”.

Allí comenzó a hablar libremente, a veces trabado por la congoja y otras con fluida pasión. Me dice que para él es un tema difícil, recordar aquellos tiempos, la guerra y que no lo hablaba con nadie porque lo
ponía muy triste pero que quería compartir conmigo un poco esa etapa de la vida.

Nino sirvió en el ejército italiano, en la aviación hasta la subida del fascismo en Alemania e Italia donde paso a ser un Partigiano (partizano italiano) y junto a su división salvo la vida de 9 judíos llevándolos del norte de Italia a Suiza esquivando a los soldados alemanes.

Fue un gran combatiente con una puntería ejemplar, cuenta que una vez vió un animal a la distancia y con una sola bala dio en el blanco, sus compañeros pudieron alimentarse de proteínas por la carne y él logró obtener con la piel del mismo un abrigo que lo protegió durante los fríos y blancos inviernos de combate.

No fueron fáciles para él esos tiempos en donde la oscuridad azoraba el mundo. Siempre me contaba sobre la concentración y atención que había que tener para sobrevivir frente al combate con los nazis, su astucia e inteligencia le permitieron sobrevivir.

Al finalizar la guerra Nino regresó a su hogar enfermo física y psicológicamente. Me contó que cuando fue a consultar a un medico,el profesional le dijo que no había grandes secretos que si iba a ser fuerte se iba a sobreponer y vivir. Así fué en ese momento y hasta la actualidad su fortaleza y amor a la vida fue, es y será un ejemplo.

Decía que gracias a la guerra el perdió su habilidad al piano y que sus maestros lo ayudaron sumando manos para que pase el examen de ese instrumento requerido por el conservatorio al cual asistía.

Se perfeccionó como cantante en Roma en el Conservatorio Santa Cecila. Sus maestros escribieron sobre él y sobre su particular talento tanto para la actuación como para la interpretación de los recitativos.

Participó y ganó en concurso de canto italiano dejando atrás al famoso cantante Franco Corelli. Comenzó su carrera como tenor lírico y luego por una operación que sufrió y por un accidente quirúrgico que tocó sus cuerdas vocales se le aligeró su voz, muchos le dijeron que no iba a poder cantar más y otros no entendían como podía cantar.

Sin lugar a dudas Nino Falzetti era un luchador, era alguien que transformaba las dificultades en desafíos.
Nino era un amante de la historia y cultor de la lectura, era de aquellas personas que todo lo que aprendía lo utilizaba, a todo le encontraba un sentido práctico y tenía una memoria prodigiosa.

En su casa instaló un sistema de alarma y alerta que aprendió en su periodo Partegianoya que decía que desconfiaba de la tecnología y confiaba solo en aquellos sistemas que alguna vez instaló en el campo de batalla para resguardar su vida y la de sus compañeros.

Se destacaba en cada campo que se involucraba, jugó al fútbol con habilidad y destreza, este deporte lo llevó a conocer a su esposa Irma ya que el padre de ella era directivo del club donde jugaba y los presentó.
Siempre me decía que si se hubiera dedicado al fútbol también podría haber llegado lejos y yo lo creo ya que su ímpetu y ahínco siempre lograba los mejores resultados.

Son muchas las anécdotas de su vida que me relató y que atesoro pero quizás estas dos son las que más recuerdo.
La primera cuando lo vinieron a buscar en un móvil de la policía federal, ya que no tenía teléfono en esa época para llevarlo hasta el Teatro Colón porque una soprano no podía asumir la función y solo él podía cantar un rol en francés y emulando una soprano. Nino pidió un ensayo con piano, una silla, un velador y la partitura y salió al ruedo obteniendo también elogios como soprano de los críticos musicales que hablaron sobre su talento y ductibilidad que pudo falsetear la voz femenina.

La segunda se dió en oportunidad del deceso de su padre, Nino tenía función ese día y su integridad como profesional no le permitía estar ausente. El director ofreció a Nino explicar su situación personal a lo cual se negó diciendo que el público no tiene por que saber lo que él está atravesando en ese momento y que tiene que recibir lo mejor que él podía brindar sin ningún tipo de excusa o explicación.

Creía que los directores debían realentar sus batutas nuevamente y no correr en las interpretaciones y que tenia que afinar las orquestas nuevamente en 440. Al respecto decía que las cuerdas de tripas se reemplazaron por las de metal pero las cuerdas del cantante siguen siendo del mismo material.

El evitaba los reportajes, no quería con sus comentarios perjudicar a sus alumnos en carrera que digan este es alumno de Nino y por lo que él exprese sus alumnos se vean discriminados, siempre los y nos cuido con mucha meticulosidad.

Un día decidió retirarse de la carrera profesional de cantante para dedicarse a la enseñanza de la técnica vocal. Han sido cientos los alumnos que ha formado y son camadas de cantantes completas que se desempeñaron y se desempeñan hoy sobre el escenario de manera profesional a lo largo y ancho del mundo gracias a la enseñanza de su técnica.

Su sueño era volver a cantar una opera a los 85 años, pero lamentablemente una enfermedad respiratoria no lo dejó concretarlo.

También le hubiera gustado poder desempeñarse como régisseur, si bien ha montado algunas operas para él no fueron suficientes ya que siempre tenia nuevas ideas, proyectos y desafíos.

Siempre me decía que nunca arruinó vocalmente a un alumno, que el día que lo haga cierra el piano y se dedica a poner ladrillos. Así mismo decía que si logra enseñar algo o corregir algo de sus alumnos se
cuelga una medallita, créanme que Nino no necesitaba de condecoraciones pero si hay una que le cabe es el amor que le profesamos todos y cada uno de sus alumnos que nos sentimos parte de la familia extendida.

Para él era muy importante su familia, su esposa, hijos, nietos y también sus alumnos, todos lo lloramos, todos los extrañamos. Su entrega fue total, para él no existían medias tintas.

Entre sus recomendaciones personales me dijo que así como en su repertorio no podía faltar el Ave Maria, en el mío no podía faltar el Aria de Eleazar, “Rachel, quand du seigneur” de la opera la Juive de Fromental Halevy. Más allá de la temática y emotividad de la obra esta opera había sido prohibida por los nazis. En cada concierto que incluyo la obra hago y haré mención a Nino y se la dedico en virtud a su historia y protagonismo.

Hasta el último día de su vida brindó clases, estudió e investigó, nos legó algo más que una espléndida carrera y una técnica vocal, nos deja el ejemplo de un maravilloso ser, coherente consigo mismo, con
sus valores inculcados por sus padres y adoptados, continuados por él y transmitidos a su familia y a sus alumnos. Nos deja la enseñanza de que solo no hay que jugarse en los escenarios sino que hay que
hacerlo también en la vida misma hasta arriesgando la propia. Por todo ello querido Nino, gracias, muchas gracias por las clases de canto y vida, gracias por su tiempo y amor dedicados, gracias como le decía todos los sábados hasta ese último sábado que nos despedimos para siempre en la puerta de su casa.

Enrique M. Grinberg
enriquegri@gmail.com
Enero 2011

2 comentarios:

Coleccionista Particular dijo...

Gracias Nino! Con tus alumnos, heredarás las voces que vienen.

Anónimo dijo...

Me veo reflejado en casi todas tus vivencias emotivo homenaje al Gran Maestro" Nino " yo estudié con el entre El "2009 y el 2011" en la localidad de San Martín soy de Uruguay, mi nombre es Mayo Javier Cordero y también le debo un gran Gracias por todo lo que me enseñó, Beso al Cielo al Gran Maestro Nino Falzetti Gran Abrazo!!!