La gotera


Primero oyó el golpeteo de las gotas sobre el techo de chapas. Luego las vió caer y estrellarse contra el piso de la casa. Al principio se quedó mirando.

Pero la gotera pudo más que los nervios. Llovía adentro. Entonces comenzó a correr los muebles.

Cuando las gotas se deslizaron a través de los cables, se apagó la luz. Como no podía enojarse con Dios, se enojó consigo mismo. La bronca pudo más que la resignación. Los nervios pudieron más que la gotera.

Les fue creando el lugar que necesitaban para no sentirse inundado.

El espacio interior de la casa se había reducido. Goteaba adentro, pero no dentro de él.

La bronca pudo más que la resignación. Decidió mudarse. Cambió el techo. Remozó las paredes, los pisos, la pintura.

Tropezaba con todo lo que antes esquivaba.

La casa estaba llena de nada. Tiró lo que no le servía.

El espacio interior de la casa se fue ampliando. Se llenó de vacío. El vacío que había creado era un espacio nuevo.

Cuando terminó la pintura se le volcó encima. Se lavó y quedó nuevo.

Ahora la lluvia se estrellaba contra el techo.

Se mudó al mismo lugar. Encendió la luz para ver su obra. Vió mucho espacio. Caminó sin tropezar. No necesitaba esquivar nada.

Había creado un lugar donde podía vivir, porque la vida pudo más que la resignación.

Janan Nudel

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